CINE DE HOY
Cuerpo de letra, el segundo largometraje del cineasta argentino Julián D’Angiolillo que se acaba de estrenar en la Cineteca Nacional, resulta un interesante documental que sigue los pasos de un grupo de pintores callejeros encabezados por Ezequiel Amorelli, Franky, Facu Romero y Narigón.
No se trata de artistas transgresores como Bansky, que desafiando a la policía pintaba en los edificios más céntricos, sino de simples artesanos, que provistos de brochas y botes de pintura, escriben consignas en las paredes durante las madrugadas.
D’Angiolillo había debutado en el 2010 con Hacerme feriante, un interesante documental que retrata el universo de la feria de La Salada, poniendo especial énfasis en el aspecto humano.
Su nuevo trabajo fue realizado a escasas semanas de las elecciones, por lo que la mayoría de las consignas políticas no son presentadas “para no servir de propaganda a ninguno de los candidatos”.
En cambio vemos a los artistas callejeros trabajar sin descanso cada vez que ven una pared desnuda.
Con frenesí los vemos una y otra vez llenar sus cubetas y trabajar hasta que quedan totalmente vacías.
Poco sabemos de ellos. No hay diálogos ni entrevistas que nos expliquen sus orígenes y sus motivos.
D’Angiolillo se solidariza con ellos y se convierte en una especie de cómplice que los sigue, sin cuestionarlos.
Cuerpo de letra resulta pues un documental poco ortodoxo sobre estos humildes pintores callejeros.