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División de Poderes no es lucha de poderes…

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PIDO LA PALABRA
  •    La división de poderes no es sinónimo de “lucha de poderes”; se supone que esta forma de gobierno es para tener una mejor organización y evitar la intromisión arbitraria de uno de ellos en las funciones de los otros


De acuerdo con la doctrina clásica de Montesquieu y extraída de su obra “El Espíritu de las Leyes”, la división de poderes tiene como uno de sus objetivos el evitar que el poder recaiga en una sola persona, como sería el caso de los monarcas o de los tiranos, ya que, al haber una repartición de facultades y atribuciones gubernamentales entre los distintos poderes, servirían como una especie de contrapeso a la tentación del dominio absoluto, es decir, que el poder frene al poder.

El poder se convierte en vicio, y quien lo detenta una vez, le resultará difícil alejarse del mismo, al grado de que hará hasta lo imposible por conservarlo y no perder el control del encargo, aunque cuando esto sucede es porque el controlador ya perdió el control de sí mismo.

La división de poderes no es sinónimo de “lucha de poderes”; se supone que esta forma de gobierno es para tener una mejor organización y evitar la intromisión arbitraria de uno de ellos en las funciones de los otros; siendo lo ideal la existencia de una verdadera coordinación entre ellos donde se lleven a cabo funciones de apoyo o validación para lograr un verdadero equilibrio.

Hoy día pareciese que en nuestro Estado esa división de poderes se encuentra en crisis, debido a que la frágil línea del entendimiento se está rompiendo; al no haber claridad en las relaciones se envía un mensaje nada halagador, pues un día se aman y comen en la misma mesa, y al día siguiente se apuñalan mutuamente.
 
Parece ser que el negocio de la confrontación es bastante lucrativo políticamente hablando, y a veces comparo a los poderes estatales como unos niños berrinchudos que no quieren dar su brazo a torcer y esperan que la otra parte ceda primero; sin darse cuenta que ni uno ni otro son propietarios del destino ni de los intereses de quienes representan, pues son solo eso, representantes de quienes han confiado en sus buenos oficios.

La falta de claridad y de ejercicio de sus funciones, aunado a las declaraciones incendiarias de algunos que se obstinan en usar ese medio como una forma de presión, en lugar de abonar a la unidad, hace que la brecha se haga más grande, alejando la posibilidad de que esa división de poderes sirva para crecer, y en cambio sólo se pretenda usar para controlar.

En el Estado de Hidalgo anhelamos no atravesar esas etapas en donde la presión política sea el signo de la convivencia social; esas tesis atávicas ya deben quedar sólo como parte del pasado, pero no integrarlas a nuestro futuro, ¿Qué acaso es tan difícil sentarse nuevamente en la misma mesa y dialogar sobre el único interés en el que todos se deben centrar?, por si no lo recuerdan, ese único interés se llama Estado de Hidalgo; y esta opinión la expreso como ciudadano.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.