Disyuntivas del poder

CONCIENCIA CIUDADANA  

Es cierto, por ejemplo, que AMLO adquirió muchos compromisos antes y durante su campaña y lo sigue haciendo todavía, con una diversidad de personajes y grupos de interés del sistema político y económico del país, no siempre recomendables. Negar esto resulta infantil y quien trate de ocultarlo o minimizarlo no sólo miente, sino flaco favor le hacen a su defendido. Pero la política consiste, en gran medida, en lograr consensos más que disensos, porque aferrarse a estos últimos termina por dejar solo a quien los provoca, como el propio Andrés Manuel lo comprobó en el pasado.

MORENA ha  tomado las riendas del poder aún antes de que Andrés Manuel López Obrador asuma la presidencia de la República, aprovechándose de la ventaja casi absoluta otorgada por los votantes el pasado primero de julio -principal activo con que cuenta el nuevo gobernante-, aunque por otro lado, le represente su más grande deuda; pues en política, como en los negocios, el capital no es propio, sino de quien lo presta; convirtiéndose, por ese solo hecho, en el factor real de poder que gravita sobre el endeudado.
    Este axioma debe tomarse en cuenta al analizar el desarrollo de los acontecimientos y los actores políticos del momento, a fin de no mezclar el agua con el aceite.
Hoy, como pocas veces ha sucedido en nuestra historia, los ciudadanos mexicanos han dado un apoyo casi absoluto al nuevo gobernante para que, sin excusa ni pretexto, haga efectivas sus promesas de campaña. Por consiguiente, su compromiso fundamental no sólo político y estratégico, sino moral, consiste en cumplir con lo que prometió a sus votantes; deuda principal que cualquier otra adquirida antes o después de su elección.
En segundo orden, Andrés Manuel se encuentra en la necesidad de solventar los acuerdos con quienes de una manera u otra le ayudaron o le ayuden a conseguir su propósito principal; pero lo que es importante comprender es que tales compromisos personales o de grupo no dejan de ser secundarios, y que su cumplimiento deriva de las condiciones, las circunstancias y, sobre todo, de las posibilidades de cumplirlos respetando el acuerdo fundamental con los votantes, firmado por ambos el día de las elecciones.
Por eso, si al final de cuentas López Obrador cumple el compromiso principal y deja de cumplir los secundarios, esto será irrelevante tanto política como moralmente; aunque le atraiga problemas personales y coyunturales, porque habrá cumplido con sus mandantes y no con quienes le han dado su apoyo por conveniencias particulares.     
Es cierto, por ejemplo, que AMLO adquirió muchos compromisos antes y durante su campaña y lo sigue haciendo todavía, con una diversidad de personajes y grupos de interés del sistema político y económico del país, no siempre recomendables. Negar esto resulta infantil y quien trate de ocultarlo o minimizarlo no sólo miente, sino flaco favor le hacen a su defendido. Pero la política consiste, en gran medida, en lograr consensos más que disensos, porque aferrarse a estos últimos termina por dejar solo a quien los provoca, como el propio Andrés Manuel lo comprobó en el pasado.
En ese sentido, ha sido relevante la forma en que la fracción legislativa de MORENA pudo hacerse (a sólo quince días de haber iniciado sus actividades), de la mayoría calificada de la Cámara de Diputados al abrir sus puertas a la cargada de legisladores oportunistas de diversos partidos. La respuesta de los opositores profesionales y amateurs no ha sido buscar la razón principal de esta decisión, sino en dar realce al hecho de que el perfil moral y político de quienes a MORENA no es el más recomendable, ni sus afiliados y simpatizantes de buena fe pueden estar orgullosos de tenerlos en sus filas.
Sin dejar de ser cierta esta crítica, no toma en cuenta que el compromiso sustantivo con sus votantes no ha sido tocado sino favorecido, pues  a partir de este momento, los chapulines que llegan no responden más que a los mandatos de la fracción a la que se unen y, por ende, a la del nuevo presidente frente al que han doblado la rodilla con la esperanza de salvar sus intereses; lo cual moralmente pudiera ser un problema para ellos (dudo que lo sea), pero de ninguna manera para sus salvadores; mientras éstos –y en especial Andrés Manuel López Obrador-, sean congruentes con sus propios principios e intereses, reiteradamente afirmados por éste a lo largo de su campaña: “no robar, no mentir, velar por el bienestar de todos los mexicanos y especialmente el de los más pobres”.
Ésta es pues, la cuestión moral que se encuentra en el centro del debate, porque políticamente; lo central es que AMLO y MORENA, ya con el control del Congreso de la Unión y de la mayor parte de los congresos locales, se encuentran en posibilidad de  desmantelar el viejo sistema político y echar abajo, en la medida que las condiciones objetivas lo permitan, las reformas anticonstitucionales que ponen en peligro el futuro de México y el trabajo, la salud y la educación de sus habitantes lo demás, es lo de menos.
No han tardado los morenistas en cumplir con sus promesas de campaña, al revivir en el Congreso el proyecto para suprimir el fuero del presidente de la república, legisladores, jueces y funcionarios públicos. La propuesta de esta ley, de por sí polémica (ésta Conciencia Ciudadana ha opinado en contra de ella en el pasado), no deja de ser importante en este momento en que la voz pública se manifiesta indignada contra la impunidad política; pudiendo darse el caso que, paradójicamente, el desafuero pueda poner en manos de la ley a muchos de quienes, poniéndose a la sombra de AMLO, creen haber obtenido el perdón y el olvido a sus fechorías del pasado.  
Lo negativo de tal disposición sería que, por mucho que se confíe en la prudencia de AMLO   para no aplicarla como instrumento de venganza o abuso de poder, nada garantiza que sus sucesores se comporten de igual manera y no para doblegar a sus opositores. Sería interesante ver a muchos de los actuales legisladores detrás de las rejas gracias a la ley que ellos aprobaran, ¿no cree usted?
Y RECUERDEN QUE VIVOS SE LOS LLEVARON Y VIVOS LOS QUEREMOS CON NOSOTROS.

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