Dios no juega a los dados

HOMO POLITICUS

 

Cuatro, tres cinco; dios no juega a los dados.  Nadie corre sin primero caminar, parece que la profundidad es consecuencia de la inteligencia, del proceso no del tiempo hombre, no de cronos padre.

 

Increíble, pero lo que tuvo sentido puede dejar de tenerlo, lo que arrojó felicidad se puede convertir en el laberinto más oscuro al cual enfrentarse, increíble pero cierto.

 

No encontraba el camino, intenté distintas sendas, muchas de ellas de modo inercial, muchas de ellas sin dirección previa. Cuando encontré un sendero de luz, llegue a creer que todo estaba resuelto, que una vez que se encuentra el camino, lo demás es transitarlo, pero esto no es cierto, saber caminar es importante, no implica sólo dar pasos hacia el frente, es un balance, un constante equilibrar las pisadas.

 

Te recuerdo con esa sonrisa de ayer, la misma que ha sido trocado por el desdén, la que flota en la incertidumbre y que con la ira se duerme para despertar en la desolación.

 

Yo también despierto como un extraño, ya no me conozco, no soy el que fui, aunque mi piel pretende que lo sea, pero no es la forma sino en fondo lo que ha desvirtuado el contorno, no soy una oportunidad, quizá no quiero serlo, he preferido caminar en solitario, hacer de mis dudas mi pabellón, buscar en las ínsulas de mis pensamientos el refugio porque lo mundano ya no tiene sentido.

 

Cuatro, tres, cinco; dios no juega a los dados. No es intrincado implica la consecuencia del acto con sus consecuencias, la lógica de la secuencia de la jugada y la atención que ponemos en la misma. Aprender es lo más difícil, no abandonar la comprensión en la admisión del intelecto, en ello está la recreación de lo aprendido, el dominio de la formula y quizá el sustento de su valor.

 

La tinta suele escupir la verdad, no tiene intenciones más que la de calcar el trazo, esas huellas que suelen decir desde las sombras lo que la luz desea, sí, dios no juega a los dados.

 

 

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