LA GENTE CUENTA
Ana María revisaba con asombro y con un gesto de molestia su celular, mientras se encontraba sentada en la parada del transporte público que la llevaría a su trabajo. De pronto, una de sus compañeras y amiga se acercó para saludarla.
-Qué onda, Anita. ¿Cómo estás?
-Buen, Lucy –no escondió su mohín, su enojo-. Aquí viendo esto.
En un segundo, Lucy se acerca a Ana para ver lo que estaba leyendo con tanta incredulidad. “Atención, padres de familia: esto no lo verás en los medios, pero hay una banda que se dedica a robar niños para extraerles sus órganos y venderlos en el mercado negro. MÁXIMA DIFUSIÓN, HAGÁMOSLO VIRAL”. Y acompañada de una fotografía grotesca de personas dentro de un congelador.
-¿De veras, Anita? ¿Ya verificaste de dónde viene?
-La verdad, no – dijo de manera dubitativa–, pero si me da miedo de si pase eso. Ya sabes que la situación está de la patada.
-Sí, amiga, tienes razón –intentó razonar Lucy-, pero eso no significa que tengas que creer a las cadenas del wasap. Ya sabes que estamos llenos de noticias falsas en las redes sociales…
-Eso es una gran mentira –intervino una señora, de aproximadamente 50 años, con delantal-. Yo misma vi a unas personas en el centro, quesque tomando fotografías, pero para mí que son ladrones. Se van a llevar nuestro poco dinero.
-Sí, yo igual los vi –secundó un señor, casi de la misma edad-. Pero estoy pensando que son esa gentuza que se roba a los niños, como me lo contaron en los mensajes del teléfono.
-Esperen, ¿pero les consta que sean ellos? –trató Lucy de disuadirlos-. Qué tal si son personas inocentes
-Ay, mija, hasta crees que sean inocentes –una señora con un par de pequeños con uniforme escolar hizo acto de presencia-. Ahí se ven que son bien sospechosos. Y yo no quiero que les pase nada a mis criaturas.
-Sí, doña Lupe, deberíamos hacer algo al respeto –el resto de los pobladores apoyó la moción. Y de pronto, una camioneta de redilas se aparcó cerca de la parada.
-¡Súbanse! –indicó excitado el chofer-. Los de la cámara están en el centro. ¡Vamos por ellos!
-¡Esperen!, no vayan a cometer una locura… –Lucy y Ana quisieron detenerlos, pero ya era tarde. La gente estaba enardecida.