Día de la Bandera

No soy muy dado a escribir sobre efemérides. Sin embargo, el día de hoy en que se publica este artículo, conmemoramos en nuestro país el Día de la Bandera. Como cada 24 de febrero, los mexicanos celebramos con respeto y orgullo a uno de nuestros más preciados símbolos: la Bandera Nacional.

Nuestro lábaro patrio, el cual desencadena sentimientos de pertenencia, identidad, y solidaridad. En nuestra Bandera está sintetizado pasado, presente y futuro; está resumido lo que los mexicanos hemos sido, lo que somos y lo que anhelamos ser.
El verde, blanco y rojo de nuestra enseña patria ha acompañado a México desde su nacimiento como país independiente en 1821. Acompañó impasible y digna a Juárez en su lucha por preservar la República y ondeó victoriosa sobre el ejército más poderoso del mundo en la Batalla de Puebla, en 1862. Fue estandarte de libertad en manos de Madero en 1910, y emblema de legalidad en manos de Carranza en 1917.
Actualmente, es símbolo de un país soberano, libre y democrático. Es emblema de una tierra que ha dado al mundo a brillantes mujeres y hombres en todos los campos del pensamiento, las artes y las ciencias. La vemos ondear con orgullo en justas deportivas internacionales. Nos da identidad y sentido; nos hermana.
Hoy tenemos una patria que nos une y nos identifica. Una patria donde es posible, con trabajo y esfuerzo, alcanzar cualquier anhelo. Los mexicanos de las generaciones que nos precedieron dieron su vida para que hoy tuviéramos el nombre de México como nación y la Bandera tricolor como enseña, y me pregunto: ¿Qué nos toca a los mexicanos del siglo XXI? Considero que, honrar a nuestra Bandera es obligado pero no es suficiente.
La situación que vive nuestro país es muy delicada. Día a día nos damos cuenta de lo mucho que todavía nos falta por hacer para que México alcance los ideales que le dieron origen como nación. La corrupción y la impunidad son los principales problemas que enfrentamos. Mientras haya quien abuse del débil, quien viole la ley y quien se ponga por encima de los demás ciudadanos sin recibir castigo, difícilmente México podrá salir adelante.
Como ha sucedido en otras épocas, los mexicanos enfrentamos grandes desafíos: la inseguridad, la pobreza, la injusticia, la desigualdad. Gobierno y sociedad, con la voluntad de hacernos dignos de nuestro pasado, estamos obligados a emprender acciones tendientes a fortalecer nuestra economía y nuestras instituciones. Debemos trabajar, con voluntad y objetivos claros, en la urgente reconstrucción de nuestras instancias de seguridad y procuración de justicia, para librar a México de la sombra de la inseguridad; fortalecer nuestro sistema educativo para ampliar las opciones de desarrollo de nuestros niños y jóvenes; redoblar esfuerzos para sacar de la marginación y el atraso a las comunidades más necesitadas de nuestro país; restaurar la confianza ciudadana en nuestras instituciones; y, sobre todo, a fortalecer nuestros lazos sociales inculcando y practicando valores como la honestidad, el respeto a la ley y a los demás, la solidaridad y la generosidad.
A todo eso y más estamos llamados los mexicanos de hoy. Don Alfonso Reyes dijo que el patriotismo es el “sentimiento que llevamos en nuestros corazones, amor a nuestro país, deseo de mejorarlo, confianza en sus futuros destinos”. Estoy convencido de que ese es el sentimiento que debe unir a los mexicanos hoy y siempre.
Me atrevo a decir que el mejor homenaje que podemos hacer a nuestra Bandera Nacional es trabajar muy duro, cada quien en la trinchera que le corresponda, para que nuestro país deje atrás la sombra de la violencia, la corrupción y la impunidad que tanto nos ha lastimado. Que cada hombre y cada mujer, cada joven y cada adulto, ponga lo que esté de su parte para la construcción del México que anhelemos.

Twitter: @jglezmorfin         

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