Detienen a 50 migrantes en la Central de Autobuses

CRÓNICA

Son alrededor de las 22 horas cuando en la Central de Autobuses de Pachuca, Hidalgo, se comienza a enrarecer el ambiente: entre la constante salida y entrada de gente, los abrazos y besos de recibimiento o despedida, y los típicos “me marcas cuando llegues”, los acentos de decenas de personas suenan similares, es perceptible no son hidalguenses aunque varios por sus fisonomía, parecieran.

 

 

De pronto, varios de este grupo se aglutinan para entrar al baño, vienen de un viaje largo, de quién sabe dónde, no intercambian palabras más que entre sí, “viejo”, “pana”, apenas son perceptibles y hacen pensar en que son suramericanos, que vienen de turistas y que posiblemente compraron uno de esos paquetes que las agencias de viajes ofertan, pero al mirar un poco más allá, al observar la vestimenta, todo parece contradecir las primeras hipótesis, la mayoría ni maleta carga, algunos apenas y con mochila a cuestas se mueven o se acomodan en la sala de espera…

 

Pasada la media hora, algo pinta mal, afuera los policías municipales comienzan a comunicarse por radio, de pronto entran dos personas, una con playera color morado, comienza a trabajar, a preguntar, para cuando la gente se dé cuenta de que son policías disfrazados de civil, será demasiado tarde, estarán rodeados de al menos 6 elementos que comenzarán el trabajo, una vez más el policía del radio sale y le pregunta a otro que si “lleva libreta para 55”, el número estimado de detenidos.

 

La gente al interior de la sala de espera, no se atreve a preguntar nada, tampoco los policías  informan nada, el grupo de personas está acorralado. Al menos tres patrullas camioneta esperan afuera, otros seis vehículos hacen compañía, los preparativos para su traslado a quién sabe dónde, comienza, ¡quítense las agujetas y cinturones!, mandata uno de los elementos de seguridad pública, tras comentarles su situación y como se dice vulgarmente, “leerles la cartilla”.

 

Otros elementos,  revisan las mochilas de quienes si llevan. Hombres y mujeres, niños, niñas, y personas de la tercera edad están ahí, en espera de que un milagro suceda, de que el sueño de seguir avante continúe, de que no sea en México donde se trunque su intento por llegar al vecino país del norte.

 

La mira de otros es incrédula, pareciera que no creen todavía que su detención haya sido en México, un país que muchos nombran “de paso”. En el baño un par de jóvenes comentan “no me quedaría en México, yo quiero llegar al norte”, justo antes de que comience el operativo, otros intentan camuflarse entre la gente al ver que sus compañeros han sido detenidos, frente a mí: un par de jóvenes aguardan sentados, en estricto silencio, las piernas les tiemblan, en su mirada se nota el miedo, la desesperación y la posible agonía del momento.

 

Pasadas de las 23 horas, comienza el traslado, no salen por la puerta principal, por ninguna de las laterales de la central, dentro están las patrullas que se llevarán a la gente, comienzan a caminar, van por grupos, así lo determinó el policía a cargo.

 

Cuando parece que ya han sido enviados todos, dos elementos  se encargan de “peinar la sala de espera”, todavía cuatro personas más son reclutadas, entre ellas los dos jóvenes quienes nerviosos, intentaron engañar a la autoridad diciendo que iban para el Distrito Federal, en la central todos miran, pero nadie hace ni puede hacer nada, una señora se limita a decir “pobre gente, que la virgencita los acompañe”.

 

Entre los asientos que ocupaban, un trapo blanco queda olvidado, es una toalla, de esas que se ocupan para secar las manos, una toalla blanca manchada de sudor con aroma a perfume de mujer, el mismo objeto con el que cualquiera de los o las ahí detenidos secó su frente y dejó como testigo en el asiento de la Central de Autobuses de Pachuca, el frustrado intento de más de 55 personas por llegar hasta el lugar donde pagan con billetes verdes que se convierten en remesas para mejorar la calidad de vida de sus familiares.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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