Destino

0

LA GENTE CUENTA

Mi mejor amigo falleció. Me enteré de esto cuando estaba en casa, cuando me puse a leer los mensajes de whatsapp antes de dormir, ahí leí esas letras tan dolorosas. Al principio creí que era mentira, pero el mensaje venía acompañado por una invitación: “mañana lo entierran en La Paz”.
    Como pude, hice un viaje de más de cinco horas hasta mi ciudad natal, donde un destino irremediable y una gran incertidumbre me esperaba, tal vez por el hecho de que hace años que no piso mi terruño, y quizás pasaría lo inevitable: reencontrarme con personas que preferiría jamás haber conocido. Pero es mi mejor amigo.
    De la mejor manera hago acto de presencia dentro del velorio, donde hay personas que buscan reconocerme a través de mis lentes de sol. La única persona a quien revelé mi identidad fue a la madre de mi ahora amigo muerto, quien me dio un brazo mientras sus ojos cansados derramaban más lágrimas.
    La técnica del hombre misterioso rindió frutos en mayor parte del funeral, enfundado en un traje totalmente oscuro. Seguí con la determinación de no revelarme, al menos hasta no ver bajo tierra ese ataúd y regresarme inmediatamente a ni trabajo. Pero sucedió lo que no quería que sucediera.
    -¿Felipe?
    Una voz femenina muy conocida trataba de mirar mis gafas, como queriendo ver mi mirada. Esa voz que me acompañó por más de ocho meses antes de un abrupto final… era Laura, mi ex novia. Y sin aviso previo, me abrazó.
    -Se nos murió el buen Israel- me dijo Laura con una voz entrecortada.
    -Lo sé. Es muy triste y doloroso a la vez. Hace años que no lo veía.
    Nos sentamos afuera del velorio, donde ella sacó un cigarrillo para fumarlo con ansiedad.
    -¿Sabes? Isra y yo fuimos muy cercanos –comenzó a platicar Laura-. Cuando te fuiste de aquí siempre hablábamos bien de ti y esperábamos reunirnos los tres algún día. Lástima que no fue así.
    -¿Y de qué se murió? ¿Estaba enfermo?
    Laura me miró con ojos muy abiertos.
    -La verdad… no me lo puedo explicar. Era un chico muy alegre y sano. De pronto una noche me llamó ebrio diciéndome que ya no soportaba esta vida y que lo disculpara. No entendí, pero al día siguiente lo vi… estaba colgado de su ropero. Se había suicidado.