Desprecio de golpistas bolivianos por México y su gobierno

Números Claros

 
El desprecio del gobierno de facto de Bolivia por la democracia y el respeto de las normas internacionales se ha materializado con la expulsión de la embajadora de México. Hay quienes aún creen que las fuerzas militares y policiacas de Bolivia actuaron en defensa de la democracia en su país y en contra de un presunto fraude electoral orquestado por el entonces presidente Evo Morales; sin embargo, los militares planearon y orquestaron el golpe de Estado meticulosamente; de tal forma que, hicieron que la senadora presidenta del Senado, Adriana Salvatierra, se declarara refugiada en la embajada de México, al igual que la primera vicepresidenta y el presidente de la Cámara de Diputados, Víctor Ezequiel Borda Belzu, trayendo desde su departamento de origen, Beni, a la senadora de la oposición, Jeanine Áñez Chávez, que era la segunda vicepresidenta del senado.
 
Inexplicablemente, tres de las personas que estaban en la línea de mando para asumir de manera interina la presidencia de Bolivia no lo pudieron hacer y sólo fue Jeanine Áñez quien estaba en condiciones de hacerlo. Es pues evidente, un gobierno militar con fachada de civil pretende gobernar los destinos de Bolivia para retroceder al pasado; al pasado de la sumisión y desprecio de la mayoría del pueblo boliviano, integrado por más del 63% de personas originarias de los pueblos indígenas; quienes durante el gobierno del presidente Evo Morales fueron empoderados y accedieron no sólo a la educación sino a posiciones de poder.
 
Hoy el gobierno de facto pretende manipular la conciencia del pueblo boliviano y explotar un patriotismo ridículo al decirse agredidos por México y España. La ex presentadora de televisión, senadora y ahora presidenta de Bolivia, Jeanine Áñez, ha declarado a la Embajadora María Teresa Mercado como persona no grata; pero, además ha hecho lo mismo con la jefa de la misión diplomática española y a varios funcionarios más. Áñez, rememorando su actuación en la televisión, el lunes por la mañana señalaba que “El gobierno constitucional que presido ha decidido declarar personas no gratas a la embajadora de México en Bolivia, María Teresa Mercado, a la encargada de Negocio de España en Bolivia, Cristina Borreguero, al cónsul Álvaro Fernández y al grupo de presuntamente diplomáticos encapuchados y armados”, precisaba en su comunicado.
 
En principio, la cancillería española ha dicho que “en reciprocidad al gesto hostil del gobierno interino de Bolivia, de declarar como persona non grata a dos diplomáticos españoles, España ha decidido, a su vez, declarar a tres miembros del personal diplomático y consular boliviano acreditado en ese país, como personas no gratas, pidiendo su expulsión inmediata; mostrando que el gobierno de facto de Jeanine Áñez pretende eliminar todo lo que pueda generarle problemas, en vista con hacerse completamente con el poder, o mejor dicho, en vista al proceso de legitimación en las próximas elecciones.
 
Nuestro país parece estar actuando con sigilo hasta ahora y al margen de las ofensas al presidente por parte del expresidente Jorge Quiroga y del gobierno de Áñez, aún no ha respondido como muchos mexicanos desearíamos ahora, con el rompimiento diplomático de las relaciones que sostiene México con Bolivia. El Canciller mexicano Marcelo Ebrard, respondió por twitter sólo que reconocía “la valiosa actuación de la Embajadora María Teresa Mercado en Bolivia, quien a cumplido cabalmente representando a México y su causa en favor del asilo y la paz. Será siempre timbre de orgullo su entereza y apego a la mejor tradición de política exterior de nuestro país.”; sin embargo, la tibieza de la reacción mexicana hace suponer que se seguirá tolerando el desprecio de los golpistas por México y su política exterior.
 
Es evidente que la oposición en México sacará partida de este conflicto para criticar la política exterior mexicana y al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador; pero para la mayoría de los mexicanos de votaron para hacer posible su gobierno, es evidente que sus críticas no servirán sino para fortalecer el patriotismo de millones de mexicanos que respaldan su gobierno y apoyarán el rompimiento de las relaciones diplomáticas con Bolivia, así como el aislamiento del gobierno golpista que ensucia la palabra democracia con su actuación y desprecio a la mayoría del pueblo boliviano indígena.

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