Home Nuestra Palabra Roberto Diez Deserción: en la agenda educativa del nivel medio superior III

Deserción: en la agenda educativa del nivel medio superior III

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DINÁMICA EDUCATIVA

(Tomado del: Reporte de la Encuesta Nacional de Deserción en la Educación Media Superior, 2012)

 

“En Chile, por ejemplo, está documentado el hecho de que el fenómeno de la deserción está fuertemente asociado al bajo rendimiento de los alumnos, la reprobación y la sobre-edad en relación al nivel educativo que cursan. Una de las características del perfil del joven que deserta en ese país, radica en que el estudiante, previo al momento de la deserción, muestra una asistencia irregular, ha repetido al menos un curso y es mayor que sus compañeros de grado.
El fracaso escolar en Chile no sólo está ligado a condiciones de pobreza y vulnerabilidad, también desempeña un papel primordial la desarticulación entre la estructura escolar y los intereses de los jóvenes. Síntoma de este desajuste es que la escuela carezca de sentido para muchos jóvenes marginados y que, a su vez, estos jóvenes no alcancen los requerimientos de la escuela. En este sentido, Fernández (2009), al examinar el caso de Uruguay, plantea la deserción escolar en términos de desafiliación, la cual es entendida como el proceso por el cual un joven decide que determinadas normas (en este caso las escolares) no seguirán rigiendo su vida. Este concepto retoma el aspecto cultural y organizacional del abandono escolar y lo vincula con la relación que se establece entre los ciudadanos y los prestadores de servicios. La explicación de la desafiliación puede entenderse a partir de cuatro escenarios:
• El estudiante expresa una conducta desviada individual, producto de una sucesión de eventos (individuales) disruptivos (faltar a clases, rebeldía, destrucción o maltrato de mobiliario escolar, por ejemplo), asociados a “conductas desviadas leves y moderadas”.
• La segunda explicación tiene que ver con una elección individual de vida, al considerar que, en opinión del estudiante, obtener un empleo es mejor opción que la educación para posicionarse en el mercado.
• La tercera explicación tiene que ver con el hogar de origen y su posición en la estructura social. Si el joven hereda una posición laboral familiar, entonces puede resultarle superfluo continuar su educación formal.
• El último escenario hace referencia al clima institucional y la inadecuada integración del estudiante en el ámbito escolar.
En el caso del Perú los jóvenes que desertan sostienen como principal razón para desertar el no querer seguir estudiando. La explicación a esto reúne afirmaciones que tienen que ver con la apreciación personal de los beneficios de la educación (“no me gusta el estudio”, “las cosas que aprendo no me sirven en la vida”, “mis amigos dejaron de estudiar y les iba bien”) y de características del propio alumno y de la dinámica pedagógica (“no entiendo lo que me enseñan”) (Alcázar, 2009).
Aun cuando la valoración individual de la educación pudiera considerarse un factor extraescolar, está intrínsecamente ligado a la capacidad de la escuela y del sistema educativo para poder ofrecerle al joven una enseñanza que le resulte pertinente y significativa. En este sentido Alcázar (2009) sostiene que “el poco interés por el estudio podría también estar relacionado a factores de oferta (poca calidad de la educación que se ofrece o que ésta no se adecua a las necesidades de los jóvenes)”. Conforme a esto, es necesario considerar a la escuela en su relación activa e interdependiente con el entorno en el cual se encuentra inserta. Con el fin de ajustarse a las necesidades de los jóvenes y de la sociedad, la escuela debe adecuarse en mayor o menor medida a la comunidad en la que actúa.
Siguiendo esta línea, Croso (2008) reflexiona sobre la necesidad de concordar los procesos, tiempos, espacios y contenidos escolares a la realidad rural (y urbana, se agregaría aquí). El desajuste entre estos elementos resta pertinencia y cercanía al ámbito escolar, frente a las necesidades de la población, tanto rural, como urbana. De modo similar, en el contexto indígena la valoración o no de la historia, la lengua, la cultura y la cosmovisión de cada etnia se erige como un importante factor cultural intraescolar que puede favorecer o no a la deserción.
En Argentina, la Encuesta de Desarrollo Social levantada en 1997 también mostró que el rendimiento escolar está estrechamente ligado al tema del abandono escolar. Según el análisis de los datos arrojados, comparados con los estudiantes que nunca han repetido curso, aquéllos que lo han hecho una o dos ocasiones tienen el doble de probabilidad de desertar y quienes han repetido en tres o más ocasiones tienen tres veces y media más probabilidad de abandonar los estudios (Cerruti y Binstock, 2004).
El caso de los Estados Unidos de América
De acuerdo con un estudio publicado en 2006, (Bridgeland, Dilulio y Morison, 2006), en los Estados Unidos casi un tercio de todos los estudiantes del nivel medio superior (high school) no logran graduarse en tiempo. En opinión de los autores, a pesar de que algunos estudiantes abandonan la escuela debido a que no pueden superar los retos académicos, la mayoría de quienes desertan son alumnos que pudieron haber sido exitosos en el estudio. Así, la deserción, vista como una ‘epidemia silenciosa’, es provocada debido a ciertas circunstancias desfavorables en la vida de los estudiantes y a una inadecuada respuesta a dichas circunstancias. Según este estudio”, entre los principales factores relacionados con la deserción se encuentran:
• Escasa conexión entre la escuela y los intereses del estudiante (desafiliación escolar). Las clases no parecen interesantes y los estudiantes dedican una hora o menos al día a estudiar o realizar tareas en casa.
• Reprobación y falta de capacidad para superar los retos académicos. El “fracaso académico” (failing in school) es una de las principales razones para desertar: inician el nivel medio superior (high school) con un pobre aprovechamiento del nivel educativo previo o reprueban un año escolar antes de desertar. Los estudiantes con más bajo rendimiento tienden a reportar que sus escuelas no hicieron lo suficiente por ayudarlos. El estudio afirma que la desafiliación no es un evento repentino, sino un proceso gradual, del cual la inasistencia es un primer signo. Otro factor tiene que ver con que algunos de los jóvenes que abandonaron la escuela (38%) creen que mientras estudiaban tuvieron “demasiada libertad” (too much freedom) y pocas reglas.
• Insuficiente participación de los padres. Los padres se involucraron en el proceso educativo de sus hijos sólo al percatarse de que estaban al borde de desertar. La mayoría de los padres no estaba al tanto o sólo en “cierta medida” (just somewhat aware) de las calificaciones de sus hijos o de que iban a abandonar la escuela.
• Razones personales. Los jóvenes también reportan la necesidad de contar con un trabajo y obtener dinero; el haber desertado al convertirse en madre o padre o que tuvieron que cuidar a algún familiar.
De modo semejante a lo reportado en América Latina, Rumberger y Lim sostienen que más allá de las razones específicas a las que aducen los estudiantes que han desertado, los factores que inducen a abandonar la escuela son múltiples. Estos autores afirman que si bien es difícil hablar de una relación de causalidad, las abundantes coincidencias en diferentes estudios sugieren una conexión sólida entre algunos factores y la deserción; estos factores, que se consideran como predictores, son clasificados en individuales e institucionales. Los primeros están asociados a las características de los estudiantes y Rumberger y Lim los categorizan en cuatro rubros: desempeño académico, comportamiento, actitudes y antecedentes. Los predictores institucionales son aquellos que están asociados con las características de las familias, de las escuelas y de las comunidades.” (Continuará).
*Responsable de la Rectoría de la Universidad Tecnológica de Mineral de la Reforma (UTMiR).