OBRA EN TRES ACTOS.- Primer acto: para cumplir una diligencia en Tulancingo, que a la fecha nadie sabe en qué consistía, pero sí sospechan a qué partido iba dirigido el encarguito, la coordinadora de Finanzas de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, Gabriela Mejía Valencia, sufre un accidente vial en el que no logra ponerse de acuerdo con el propietario de la otra unidad, lo que ameritaba llevar ambos vehículos al corralón.
La funcionaria de inmediato sentencia que no abandonará su camioneta y hace la llamada de alerta a quién sabe quién, quien responde con el envío inmediato de por lo menos 50 personas, que manifiestan que bajo ninguna circunstancia se van a llevar la unidad, para lo que hacen una cadena humana alrededor de la misma. ¿Pues qué traerá en su interior? Retan a la policía, buscan pelea, pero al final los elementos policíacos logran llevarse el vehículo.
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SEGUNDO ACTO.- La camioneta es llevada al corralón, donde finalmente la funcionara universitaria baja de la misma y es detenida, al tiempo que un grueso contingente de “universitarios” arriban al lugar, con la intención de llevarse la el vehículo. De Gabriela Mejía Valencia ya no se acuerdan, lo urgente es que nadie abra el automotor, que sin embargo es sellado por elementos policiacos. Por momentos existe el temor de que los “académicos”, “maestros y doctores” en alguna rama del saber, decidan tomar por asalto el lugar donde se resguardan los automotores involucrados en accidentes, pero finalmente el grupo se acuerda de la funcionaria universitaria y se trasladan a las oficinas de Gómez Pérez, donde con cámara de celular en mano graban y difunden supuestas agresiones de que habrían ido objeto.
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TERCER ACTO.- Esta parte de la obra podría llamarse, “Cuando la protagonista es sustituida por una actriz emergente”. Ya en los separos de la Policía, Gabriela Mejía recibe la visita de Elsa Ángeles, vocera de un candidato de Morena, académica, periodista, funcionaria de la UAEH, activista, parte del círculo más cercano al presidente del Patronato Universitario, Gerardo Sosa, quien se hace pasar por funcionaria de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Hidalgo para transmitir en vivo vía face book. Es detenida junto con Leyla Chávez. De pronto la visitante se convierte en el eje de protestas vía redes sociales, y no pocos intelectuales vejados y corridos por Sosa Castelán, caen en la tentación de convocar a marchas en defensa de quien, para estos momentos, ya es considerada mártir de la Libertad de Expresión.
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CUARTO Y ÚLTIMO ACTO, que podría llamarse: “¿Y MIS 50 MIL PESOS? Ya trazada la ruta, donde se deja de lado el incidente inicial, conocido como “La Triste Historia de la coordinadora de Finanzas de la UAEH, y su padrino desalmado”, Gabriela Mejía pasa a segundo plano, aunque de un momento a otro se espera información crucial sobre el contenido de su ya famosa camioneta Toyota. Ahora todo gira en torno a la periodista, que no se sabe si acudió en esa calidad, o bien de funcionaria universitaria, vocera de un candidato de Morena, o qué. Las redes sociales son alimentadas con intensidad para transformar un incidente de tránsito y la exagerada reacción para revisar el interior de un vehículo, en un atentado en contra de los valores fundamentales de la libertad de expresión, la autonomía y las buenas costumbres. Gabriela Mejía ya no es mencionada, sí en cambio Elsa Ángeles.
¿Usted les cree todo este show al Grupo Universidad? Yo no.
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