Fuente del bulevar Bonfil necesita mantenimiento
Antes que “El señor de las Fuentes” acuse con dedo flamígero, y diga ya ven que siempre tuve la razón, informo a la oficina encargada de dar mantenimiento a fuentes y parques del municipio de Pachuca, que urgen trabajos en la fuente que cambia de colores en la intersección del bulevar Bonfil con Camino Real de la zona plateada. En la parte trasera escurre óxido o sepa Dios lo que será (eso sólo puede saberlo el citado Señor de las Fuentes). Que conste, lo hacemos de buena leche, porque los que lo harán de muy, pero muy mala leche, nomás porque no se han dado cuenta. Urge.
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¿Quién será el primer candidato bailarín?
Yo les di buenas ideas, así de nivel para hacer campaña con eso de que se construyeran una columna de tres metros en la Plaza Juárez, se treparan lo que resta de campaña y simplemente no se bajaran estilo Simón del Desierto. Ataviados con un hábito franciscano, podían estar seguros que ganarían la atención de todo el mundo de la información. Pero no hacen caso. Y seguro no falta algún ridículo o ridícula que ya esté por imitar a unos desfiguros de otros estados que bailan con zapatos de Aladino al ritmo de infames canciones perreadoras. Todavía están a tiempo de poner en marcha la idea que aquí mero les di. Si no hacen caso de plano que no quieran ganar.
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¡Quiero batirme!
Seguramente usted que me lee no recuerda una serie de antología que se llamaba “Kung-fu” con David Carradine, el mismo de Kill Bill. Le cuento pues que en un capítulo, Carradine, que la hacía de monje Shao Lin retirado de la vida espiritual para agarrarse a trompadas con los que lo buscaban, de pronto se topa con un apache que ni conocía pero que a toda costa quería descontarlo para darse a conocer en el mundo de los violentos. Es decir, era un don Nadie, pero sabía que si Kwai Chang Caine (que así se llamaba el monje que dominaba las artes marciales) aceptaba el reto, sus bonos crecerían, porque de otro modo nadie lo iba a pelar. Dicho lo anterior buscó y buscó hasta que encontró al objeto de sus malos deseos. Se paró frente a él y con voz sonora dijo: “¡quiero batirme!”. A lo que El Pequeño Saltamontes simplemente le contestó, con ese humor que sólo él tenía: “pues bátete”. Lo mismo pueden decirle a personajes como Arturo Aparicio, el de Morena que no me acuerdo ni como se llama, la del PAN que si me acuerdo que se llama Roxana y se hace llamar Rox, pero se escucharía mejor Roxxy. Todo al unísono se le presentan al cirujano dentista Bejos y le gritan: “¡queremos batirnos!”. Y pues sí, si quieren batirse, pues que se batan. Muy su gusto.
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Víctor Velasco, los signos
La incorporación de Víctor Velasco a la SEDATU, que dirige Jesús Murillo, es un signo político en todo el sentido de la palabra. Vaya pues que no tiene pierde el movimiento. Tiene un mensaje claro que hasta el más desconocedor de estos asuntos puede y debe interpretar. Porque está claro que todos saben quién es Velasco. Un movimiento interesante sin duda alguna.
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