FELIPE CALDERÓN, CONFIAR
EN LA FALTA DE MEMORIA

En cualquier otra parte del mundo, resultaría simplemente imposible que un ex presidente con los resultados trágicos que dejó para el país como Felipe Calderón, se atreviera siquiera a intentar hacer visitas de cortesía a un estado. Menos que acudiera para apoyar candidaturas de su partido, el PAN. Sin embargo aquí es posible. Y nadie se acordó de los más de 150 mil muertos que su guerra absurda contra el narcotráfico dejó a México. Por el contrario, hay quienes se atreven a calificarlo como un gran estadista, cuando de lo mínimo que se le puede acusar es de crímenes contra la humanidad. Ilegítimo al llegar a la presidencia, que le robó cínicamente a quien en realidad ganó, y que fue Andrés Manuel López Obrador, intentó legitimarse a través de una decisión solo propia de un verdadero orate, al sacar al Ejército Mexicano para combatir al narcotráfico. Miles y miles de familias quedaron enlutadas por esa acción. Pero la desmemoria es constante en un país como el nuestro. Por eso, con el mayor cinismo, tiene el descaro de acudir a dar su apoyo a candidatos que lo consideran un héroe pese a todo, pese a la dramática realidad que dejó como herencia.

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¿AHORA SI VAN A PONER QUIETO A SOSA?

Él dice que todavía es priísta, pero con la franquicia de Movimiento Ciudadano busca convertirse en el poder real, de lograr conquistar municipios vitales, y diputaciones que le permitan negociar con Acción Nacional y con quien se le ponga enfrente. Ha usado a su antojo recursos materiales, económicos y humanos de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Y nadie le ha dicho absolutamente nada. La búsqueda obsesiva del poder es una constante. Es claro que los universitarios no se merecen que los obliguen a hacer el papel de matraqueros de candidatos creados por el personaje citado. Eso es claro.

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DECLINACIONES YA NO VAN A SERVIR

Bien sea que Guadarrama decline a favor de Francisco Xavier, o al revés, a estas alturas serviría para maldita a cosa, aseguran al interior del PAN y PRD. Y la razón es simple: tuvieron todo el tiempo para conformar una alianza opositora, y no lo hicieron. Hacerlo al cuarto para las doce suena hasta a burla, y genera profundas sospechas. Después del debate los dos quedaron con severos problemas de credibilidad y cunde la idea en los dos partidos que los apoyan, que se debe a arreglos que de plano son impronunciables. Ya no levantaron como esperaban, y una declinación los dejaría en la peor de las situaciones. Es evidente que es la última vez que observamos a estos dos especímenes en la lucha electoral. Uno, Guadarrama, tuvo sus mejores tiempos, pero ya pasaron; el otro nunca ha sido siquiera un líder real, y priva el calificativo de advenedizo y poco serio en sus tareas.

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