DESPUÉS DE LA CALMA,
VIENE LA TORMENTA
Para quienes no estén acostumbrados a las costumbres de los hombres de mar y tormenta, será preciso explicarles que todo buen corsario sabe que luego de una aparente calma, llega la tormenta que a vece se espera hasta con impaciencia. Pues misma situación viven los suspirantes que aguardan con ansias la buena nueva del Distrito Federal, donde ahora se asegura que ya se tiene el nombre de quien será ungid@ candidat@ al gobierno del estado por el PRI, y nadamás esperan a que el presidente Peña Nieto baje del avión procedente de una gira internacional, para que firme de visto bueno. ¿Será?
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SIN EMBARGO…
Con todo y que la imagen suena así como que muy joligudesca, la verdad es que a estas alturas el PRI no puede estar con el Jesús en la boca de pensar: “¿y si de pronto el preciso dice que no, que ninguno de los que le proponen?”. ¿Se imagina usted el des…astre que se armaría? ¿De dónde sacan un candidato emergente, si hasta el emergente es tachado de la lista por el Presidente? No. Suena emocionante eso que baje del avión y firme cual autógrafo. Para estos momentos el que sabe, sabe; y el que no sabe, pues ya nunca supo.
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Y EN TANTO SIGUEN LAS APUESTAS
Pero en tanto son peras o son manzanas, todos ya le hicieron al cuento una y otra vez. Algunos hasta se burlan de una práctica en la que antes participaban con singular gusto, porque también sacaban singulares tajadas. El asunto es que para estos momentos algunos ya ni con Diazepam pueden conciliar el sueño, otros de plano ya fuero a parar a la Beneficencia Española (que de beneficencia tiene lo que su servidor de cosmonauta), y algunos más simplemente se la pasan como la muñeca fea, escondidos y por lo rincones.
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¿QUÉ NO HAY HUMANIDAD?
Y unos más ya gritan: “¡ya no lo soportamos, digan de una vez por todas quien es el candidato o candidata!”. Pero el hecho es que se estira y se estira hasta el último momento, y por lo mientras no son pocos los que ya mostraron el cobre. Y mostrar el cobre es perder, porque nada puede ser tan criticable como los que de pronto fueron invadidos por el peor de todos los pecados: la soberbia. El que usted haya observado que se pasó de soberbio (pecado predilecto del mismísimo diablo) ya se lo llevó la que les conté. Falta poco, pero falta mucho.
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