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Desconectados…

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Nada podemos hacer para cambiar el pasado, pero sí tenemos en nuestras manos la envidiable oportunidad de mejorar el futuro, siempre y cuando aprovechemos hasta el último minuto de nuestro presente; la vida, día con día nos presenta nuevos retos, pero también renovados bríos y mejores estímulos para seguir adelante, absolutamente nadie se escapa de esa premisa de avance personal; un nuevo conocimiento, por simple que nos parezca, nos ubica en un escalón superior en nuestro desarrollo, pues éste, conjugado con otros conocimientos que a lo largo de nuestra vida hemos adquirido, nos permite aquilatar lo bueno y lo malo de nuestras acciones, experiencia en su máxima expresión.

Ha comenzado un año más, y si lo vemos fríamente, solo se trataría de un espacio que convencionalmente hemos determinado para medir el tiempo; sin embargo, esa vuelta en nuestra página anual lleva consigo un sentimiento más profundo que lo hace ser algo más que solo una renovación del calendario, pues de otra forma no nos explicaríamos porqué cada año hacemos un recuento de los daños y atiborramos nuestras agendas con nuevos propósitos, luego entonces, lo que en verdad deseamos es darle una vuelta pero a nuestra página de la vida.

Ese sentimiento de dejar atrás lo viejo y darle la bienvenida a lo nuevo, nos permite ver con claridad que nuestro deseo de avance también es permanente, de tracto sucesivo, se nos presenta minuto a minuto; pero siempre consideramos necesario hacer un alto en el camino para analizar el rumbo recorrido y redefinir la estrategia para seguir avanzando.

Se dice que solo el que carga la caja sabe lo que pesa el muerto; en la mayoría de los casos así es, por ello, cuando analizamos y calificamos como buenos o malos nuestros actos, lo que estamos haciendo es aligerar el peso de dicha carga, y buscar que las nuevas cajas pesen menos; esa proyección de las cosas nos es otorgada por esos nuevos y simples conocimiento que cada día vamos obteniendo; la grandeza de lo sencillo, la grandeza de lo simple es lo que al final nos hará levantar la cara y seguir adelante.

Tiempos complicados; por el año que se fue ya nada podemos hacer, no así por el año que empieza, por ello nadie debe quedarse con los brazos cruzados, desde nuestra casa, nuestra oficina, NUESTRA PALABRA, todos debemos aportar algo para mejorar, nadie va a hacer por nosotros lo que nosotros no hagamos por nosotros mismos

2017 comienza con una tremenda carga de energía negativa y parece que el objetivo del gobierno está desconectado de las necesidades de los ciudadanos, van por caminos distintos, los mexicanos parece que nos hemos convertido en un país de invisibles, pues ni nos ven y ni nos oyen; lo lamentable es que dentro de las filas de nosotros los fregados se da el mismo efecto; gritos de desesperación que se ahogan en nuestra propia indolencia; no volteamos a ver al que lastiman, pero cuando el lastimado somos nosotros, entonces queremos que alguien nos vea… y nadie lo hace, también entre nosotros nos hacemos invisibles.

El pueblo está lastimado y como catarsis nos inventamos nuestras cortinas de humo e inundamos las redes sociales con miles de “memes” en contra de aquello que nos molesta y…de ahí no pasa; el coraje ha sido desahogado.

En las próximas elecciones seguiremos votando por los mismos Partidos, seguiremos levantando en hombros al sujeto de probada ineptitud, seguiremos esperando que el corrupto se arrepienta; seguiremos creyendo en Santa Claus y espantándonos porque el Ku Klux Klan administrará una potencia mundial; seguiremos enfureciéndonos por las derrotadas de “nuestro” equipo de futbol y mentándole la madre al árbitro; los estudiantes, seguirán creyendo que estudiar cinco minutos antes del examen es más que suficiente para acreditar una materia, sin darse cuenta que ellos son los próximos integrantes de la cruzada de invisibles.

Por eso reitero que la verdad empieza y termina con nuestras personales intenciones; en nuestras manos está ser solo espectadores, o convertirnos en los actores principales de nuestra propia historia, y entonces solo entonces, al final del camino, el que carga la caja sabrá lo que pesa su propio muerto.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.

MIGUEL:.ROSALES:.PÉREZ:.