Deriva de Trump ensancha la fractura

Aseguran que Trump es en realidad aliado de Clinton

•    El candidato agrava su desencuentro con referentes conservadores, Paul Ryan y John McCain, al negarles el apoyo en las elecciones de sus respectivos estados

Trump logró abrir al partido en canal. En una entrevista a The Washington Post, Donoaldo rehusó respaldar a Paul Ryan y John McCain en las primarias de Wisnconsin y Arizona, sus respectivos estados. A Ryan, presidente de la Cámara de Representantes, le devolvió la venganza en frío: “Aún no estoy listo para apoyarle”, dijo, usando palabras parecidas a las de Ryan sobre el candidato, al que bendijo tarde y como mal menor a “los Clinton”.
La apariencia de unidad que el Partido Republicano intentó dar en su convención de Cleveland, cuando coronó a Trump como candidato, se ha ido resquebrajando al paso de los días. Notables republicanos (como la presidenta de Hewlett Packard o un congresista de Nueva York) anunciaron que votarán a la demócrata Hillary Clinton y Trump ha agravado su desencuentro con referentes conservadores, Paul Ryan y John McCain, al negarles el apoyo en las elecciones de sus respectivos estados.
Incluso el número dos de Trump, el candidato a vicepresidente, Mike Pence, se desmarcó del empresario y apoyó a Ryan. A tres meses de las elecciones presidenciales, el candidato más inesperado e indomable está poniendo a prueba las costuras del partido.
Un síntoma de la ansiedad que cunde entre los conservadores de EU es que estos días ha vuelto a algunas tertulias televisivas una teoría conspirativa según la cual Trump sería un aliado secreto de los Clinton para reventar la campaña republicana y asegurar la llegada de la exsecretaria de Estado a la Casa Blanca. El bulo se movió el verano pasado, cuando el constructor y showman anunció que pugnaría por la candidatura y trascendió que poco tiempo antes había charlado por teléfono con el expresidente Bill Clinton.
Trump cumple con los requisitos para alimentar la tesis: ha hecho una campaña estridente, polémica, en la que no ha tenido problemas en combinar los insultos a mujeres o mexicanos con los elogios a Sadam Hussein.
Parecía munición suficiente para desacreditar a un aspirante a la presidencia de EU. El pero de la conspiración era que, para ser cierta, requería algo difícil; que, con esos mimbres, Trump se erigirse vencedor en la candidatura y derrotase a más de una docena de contrincantes conservadores. Lo logró.

Related posts