Democracia sí, violencia no…

Democracia sí, violencia no…

PIDO LA PALABRA

No hay nada nuevo bajo el sol, lo que es arriba también lo es abajo, la desconfianza genera más desconfianza, la violencia nos lleva inexorablemente a más violencia, la mentira lo único que podrá producir será una mentira mayor, y con todo ello tenemos que lidiar en nuestra cotidiana vida.

Existe gente que se levanta por la mañana con la esperanza de encontrar a la persona adecuada para aprovecharse de ella, buscando la forma en la que puede obtener algún beneficio aún a costa del daño que pueda causar a sus semejantes. Vivimos en un constante “cuidarnos de los demás” y lo más preocupante es que todo esto empezamos a verlo como un estado de vida normal, como si la inseguridad, la transa, la corrupción y la impunidad fuesen factores que necesariamente deben existir en todo lo que hagamos; la convivencia social gradualmente la hemos ido diluyendo junto con la degradación moral.

Echemos un vistazo a ese sórdido mundo que estoy pintando y nos daremos cuenta que las mayorías hemos sido presa fácil de unas cuantas minorías y todo por nuestra poca capacidad de organización, por nuestro temor a ser los primeros en manifestar nuestra desaprobación en cualquier aspecto de la vida que nos esté afectando negativamente, pues siempre esperamos que haya algún valiente que levante la voz y diga lo que nosotros no nos atrevemos a decir; el problema viene cuando ese valiente que esperamos nunca se aparece y entonces nos tenemos que tragar aquello con lo que no estamos de acuerdo y todo por nuestra parálisis mental al no decir lo que nos duele.

Buscamos afanosamente a un líder que pueda representar nuestras necesidades y que nos ayude a salir de nuestras tribulaciones, y es ese preciso momento el que es aprovechado por muchos vivales, quienes al ver la desesperación de los grupos sociales se alzan como los redentores que el mundo estaba esperando, cuando la realidad nos indica que estos personajes solo hacen aquello que más les conviene a sus intereses personales, olvidándose totalmente de las necesidades de sus representados.

De esa clase de líderes está lleno nuestro México y nuestro Estado y en muchos casos nos hemos dejado cándidamente guiar ya sea por indiferencia o por temor a represalias, e incluso por ignorancia; esos tres sentimientos terminan por vencer el ánimo.

Mientras el síndrome de la impotencia se quede a nivel de pensamiento, significa que nos habremos guardado nuestra amargura y no quedará más que aguantar que los líderes corruptos nos sigan manipulando hasta que esa dolencia se haga inaguantable y reviente en conflictos que rebasen cualquier posibilidad de arreglo pacifico.

Por fortuna también ha habido líderes que de una manera natural y espontánea han surgido y representado las auténticas penurias sociales, sin mas interés que buscar el bien común, a ellos en la gran mayoría de los casos los podemos encontrar en las comunidades rurales y como oposición también en los municipios que tradicionalmente se han encontrado dominados por familias de caciques políticos, son gente respetada por la comunidad y que de alguna forma con su capacidad de negociación han evitado en muchos casos que esa impotencia social se convierta en violencia, aunque por desgracia hemos visto que esa violencia se ha venido recrudeciendo en toda la República.

Se necesitan líderes que sean sensibles al dolor humano, que entiendan y sirvan a la comunidad en lugar de servirse de ella, nuestra sociedad ya no está dispuesta a aguantar más la caricatura de líderes hechos al vapor y que a la hora de la verdad en lugar de ser el cañón que nos vendieron resultan ser una simple chispera.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está

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