RETRATOS HABLADOS
El asunto de la seguridad es vital en cualquier sociedad. Sin seguridad, cualquier logro que se tenga pierde sentido, porque resulta imposible aprovechar los avances económicos, de salud y educativos, si se mantiene la zozobra, la angustia de lo que pasará ante una delincuencia sin freno.
Sin embargo, unos dependen de otros. El progreso, al menos en teoría, se convierte en la barrera natural para evitar la incorporación de nuevos elementos a las filas del crimen. Eso en un proceso en que ninguno lleva la ventaja de origen. Es decir, en una competencia parejera, no así si el mal lleva la ventaja de antemano.
Para ser más claro, a una delincuencia desatada, se le combate, no se la proyecta su desaparición a futuro, una vez que el combate de las causas ha fructificado. El período de sanación es tan largo, que amenaza con dejar a la sociedad en carácter de inexistente.
Estamos pues ante una encrucijada terrible, en que se intuye, se acepta, que la única solución real es cortar de raíz el crecimiento de un árbol chueco, sin rumbo.
Pero también, que dejar en la indefensión a los ciudadanos es anticipar el sacrificio de una generación, para que la siguiente tenga paz y tranquilidad.
Porque no, el camino tampoco es desatar una guerra sin rumbo, como ya ocurrió, y que en ese tiempo no pocos se manifestaban por buscar la solución, a través de los orígenes. Pero, repito, la competencia es dispareja, y por eso los resultados que hoy observamos
¿Entonces?
Hacer efectiva la tesis de que la delincuencia organizada languidece, muere, si no cuenta con recursos económicos, si a través de una real aplicación de la Ley de Extinción de Dominio, se les cortan las manos, se les deja baldados permanentemente.
Es decir, que bajo ninguna circunstancia se permita que continúe la transfusión de dineros mal habidos, de propiedades construidas o compradas, a los que las usan para incrementar su armamento, su cobertura, su amenaza.
Eso, en tanto fructifica la atención de los orígenes, a la tarea de acabar con las raíces del crimen, porque la delincuencia tiene causas, y atender esas causas es la solución definitiva.
Hay caminos, unos probados y otros que han fracasado. Pero los hay.
Sin recursos económicos ningún movimiento delincuencial se mantiene. Y ese es el principio real de las cosas.
En Hidalgo, por cierto, camina por buen rumbo hacer realidad en todo sentido de la palabra, la Ley de Extinción de Dominio. Y ese es el camino.
Mil gracias, hasta mañana.
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