Del infierno al purgatorio

HOMO POLITICUS

Mención aparte merece la criminalización de la protesta en el país, que incide en tratar de contener y nulificar las expresiones de descontento y desacuerdo con la marcha del país, cuestión que en nada abona a las demandas por crear un gobierno corresponsable que es el más sentido déficit de los ciudadanos.

 

México enfrenta una de las crisis más aberrantes en materia de derechos humanos en su historia, sólo comparable a lo ocurrido en esos días aciagos de 1968, pero con el agravante de la entronización de la delincuencia organizada.

            Las acusaciones más sentidas de organismos internacionales y de la ciudadanía, apuntan hacia la tortura, las desapariciones forzadas y retrocesos en materia de libertad de expresión que han deteriorado el radio de acción de la sociedad y pretenden amordazarla, cuestión inaceptable.

            Sí a este panorama incierto le sumamos los efectos de la descomposición orgánica de las instituciones como lo implican corrupción e impunidad, el escenario es sombrío, porque no se vislumbran trazos de corrección por parte del Estado en estas anomias. Por si fuera poco, organismos internacionales impugnan la actuación institucional en las prácticas de gobierno abierto, pese a que México es quien preside la “alianza para gobierno abierto”, paradoja preocupante.

            Mención aparte merece la criminalización de la protesta en el país, que incide en tratar de contener y nulificar las expresiones de descontento y desacuerdo con la marcha del país, cuestión que en nada abona a las demandas por crear un gobierno corresponsable que es el más sentido déficit de los ciudadanos.

            Sí a esto le sumamos las insuficiencias del INE en materia de procesos electorales las cosas se ponen color de hormiga, porque el marasmo de este organismo es de tal magnitud que ya no representa a nadie y su credibilidad está por los suelos; la clase política y en particular los partidos políticos saben que al INE se lo pasan por el arco del triunfo y que sus recomendaciones son como las llamadas a misa, por lo que a ningún partido inquieta lo que se diga en el INE.

            Se sigue esperando más y mejores actuaciones del ejercicio de gobierno en materia de derechos humanos. Continuar hacia el despeñadero presagia una tragedia.

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