Del espionaje a las redes sociales

HOMO POLITICUS
Nada nuevo bajo el sol.
 
El espionaje gubernamental, industrial, cultural, deportivo, político, entre miles, no es nuevo, pero cuando interviene la privacidad y el desarrollo humano es brutal.
 

El monstruo social lo desató el RUSIATRUMP, pero ya existía y el escándalo WIKILEAKS, es sin duda, el más fiel recordatorio que nadie se salva del espionaje y que ello trae consecuencias amargas para la vida de las personas.
 
Desde los inicios de los cibernautas en las redes sociales las cosas se pusieron negras, porque ello pavimentó el camino para establecer controles sociales como nunca antes en la historia; en los hechos, las redes sociales se convirtieron en dolores de cabeza para estados, empresas, universidades, en fin, casi en cualquier plano de la realidad.
 
Lo paradójico es que su uso ya sea adecuado o no es falible a cualquier intención humana; recordemos secuestros, plagios de información, golpes de Estado, fraudes y un sinnúmero de tropelías que han abierto tantos frentes de acción, que es difícil actuar para tratar de prevenir y contener esta problemática que vulnera al tejido social.
 
Es impensable un mundo sin la tecnología guiada a casi cualquier esfera humana, pero como llegó a plantear Freud, ha traído un malestar en la cultura de dimensiones funestas, por lo que el famoso siglo del progreso, la ciencia y la tecnología, ha precipitado en manos humanas los mayores desastres de los que tengamos memoria.
 
En los hechos vivimos en una sociedad teledirigida, superflua y bastante ignorante, porque el hecho de saber manejar una computadora, automóvil, o artefacto cualquiera no nos ha vuelto ni más cultos ni más inteligentes, eso es claro.
 
Si a este escenario le sumamos los apetitos económicos de gobiernos y empresas más lo grupos de delincuentes, la maraña se vuelve más cabrona, al grado que nada puede detener el peso de las tropelías que apreciamos día tras día y, donde los apetitos han prostituido casi cualquier dimensión humana.
 
Tanto que cacareamos nuestra racionalidad como especie y es esa misma racionalidad la que nos tiene al borde de la extinción.
 

Related posts