DECEPCIONANTE ENCIERRA DE MIURA EN MADRID

#ENTRE EL CALLEJÓN Y EL TENDIDO

El lote que la legendaria vacada Sevillana envió a San Isidro no cumplió con las expectativas, terminando devueltos el segundo y quinto, sustituidos por ejemplares de El Ventorrillo y Buenavista
 

Estimados Amigos, con el gusto de saludarlos a través de Plaza Juárez. La Fiesta Brava está llena de Historias y Leyendas, en torno su actor principal el Toro de Lidia, de estas probablemente la de mayor tradición es la leyenda de los toros de la Ganadería Española de Miura, famosa en el mundo entero, esta vacada ha logrado un lugar especial en la Historia del Toreo porque, desde 1842, ha sido protagonista de acontecimientos históricos rodeados de un velo trágico lo que ha hecho del nombre de Miura sinónimo de terror para algunos, reconocimiento y respeto para la mayoría de los aficionados, riqueza para la Fiesta en sí. Basta con rememorar a algunos de los episodios en que han intervenidos toros de esta ganadería para comprobar la extraña sensación que invade a toreros y aficionados cuando a ella se refieren. Desde los tiempos en que la fundó Don Juan Miura, sombrerero de profesión; hasta los propietarios actuales. Siempre en las manos de la familia, desde hace casi dos siglos, la de Miura es la ganadería de la leyenda por excelencia.
La ganadería pasta en la finca “Zahariche” en Lora del Río, Sevilla, y tiene dos divisas diferentes, grana y verde con que lidia fueras de Madrid; y verde y negro cuando sus toros se corren en la Plaza de Toros Monumental de Las Ventas del Espíritu Santo. El toro de Miura es un animal alto, largo de cuerpo y largo de cuello, muy fino de piel y con poca badana (papada), son ejemplares en los que no suele vérsele la edad en la cara y dan apariencia de parecer más jóvenes de lo que es; lo mismo pasa con el peso, ya que el volumen y la alzada suelen tapar los kilos dan en la báscula, tienen estos astados un sentido asombroso, que desarrollan desde los primeros lances de la lidia, lo que los hace especialmente peligrosos pues “aprenden muy rápido”, complicando la labor de los toreros; como ejemplo de esta capacidad se cita una anécdota que da cuenta una ocasión en que, en Salamanca, “El Estudiante” se tiró a matar a un Miura y lo pinchó, al siguiente viaje del torero para entrada a herir al burel éste ya había visto el estoque con absoluta claridad, así cada vez que “El Estudiante” ejecutaba el volapié, el toro derrotaba hacia la espada, pretendiendo quitársela de delante y después buscaba al matador. Como se dice son “toros que piensan”.
Pero porque Miura es un apellido legendario en la Fiesta de los Toros desde tiempos pretéritos? porque su historia está salpicada de sucesos dramáticos y luctuosos, seguramente es la ganadería de bravo cuyos toros han causado en mayor número de muertes de lidiadores importantes, siendo entre otras la de un banderillero, solamente mencionado como Lussio; José Rodríguez “Pepete”; Manuel García Cuesta “El Espartero”; el puntillero Manuel Sánchez Criado,; Domingo del Campo “Dominguín”; Faustino Posada; el banderillero Moreno de Valencia; el novillero Pedro Carreño y Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete”.
Es por todo lo anterior que el solo anuncio de los Toros de Miura despiertan expectación en la afición y de manera tradicional se lidia un encierro de esta vacada para el cerrojazo del Serial de San Isidro en Madrid, con llenos en los tendidos, invariablemente, como ocurrió el día de ayer en la trigésima segunda corrida de la Feria de San Isidro 2017, que registró una entrada de 22,490 aficionados, de un aforo de 23,798 localidades, para ver lidiar el encierro de Miuras a Rafael Rubio “Rafaelillo”, Eduardo Dávila Miura y Rubén Pinar. Lote éste que resultó por demás complicado, sin permitir a los toreros oportunidad de lucimiento, incluso, en un rarísimo caso, los toros del lote de Dávila Miura debieron ser devueltos a los corrales por flojear y sustituidos el segundo de la lidia por un astado de El Ventorrillo y el quinto por uno de Buenavista.
Cabe destacar el comportamiento del toro lidiado en cuarto lugar, ejemplo del toro clásico de Miura, errado con el número 28, de nombre “Torrijo”, cárdeno de pinta, con 606 kilos de peso, cinqueño, corto de cuello, bajo, estrecho de sienes, cornicorto, con apretado de carnes, muy bien rematado, al que “Rafaelillo” recibe con un farol de rodillas, lanceándolo después con una rodilla en tierra y remata con una media de hinojos, ante el picador el toro se defiende y sale suelto de los puyazos.
Al inicio del trasteo de muleta de “Rafaelillo” el burel es pronto, sin embargo por su edad y las características de su procedencia, comienza a desarrollar sentido, tornándose lento en la acometida, sintiendo al hombre detrás del engaño le viene paso a paso, quedándose corto a la salida de los muletazos, probando busca herir, “Rafaelillo” muestra decisión quedándose quieto; hasta que finalmente el burel le echa mano y propinándole dos puntazos uno en la cara interna del muslo izquierdo y otro en la axila derecha, vuelve a la cara del toro Rafael dándole distancia y aguantando mucho, pero el toro prueba y regatea buscando volver a “hacer carne” el diestro termina instrumentando pases de pitón a pitón, “macheteándolo”, entregado la concurrencia reconocer el mérito de la labor del torero que culmina su labor quitándose de enfrente al toro con media estocada en buen sitio, retirándose al callejón en medio de una nutrida ovación.
Una vez más los toros míticos de Miura, aunque sin cumplir, han saltado a la arena de Las Ventas, no obstante con toda seguridad el año entrante causarán otro entradón en Coso de la Calle Alcalá.
Por ahí nos vemos ENTRE EL CALLEJÓN Y EL TENDIDO, si Dios lo permite.
    

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