El Mercadólogo
- El mercado laboral va evolucionando, tomando en cuenta que los trabajadores son personas y que tienen una vida fuera de su empleo
Espero, mi querido lector, que haya disfrutado de este día festivo, debido en nuestro país un poco en honor a la llegada de la primavera, y otro poco en honor al natalicio de Benito Juárez. Es curioso que este mismo personaje histórico, inspirado en muchas de las ideas liberales de su época, haya sido el presidente que decretó los días festivos en nuestro calendario laboral. También es cierto que lo hizo pensando más en que estos días festivos se estaba prohibida la asistencia oficial a las funciones de la iglesia, pero al final ha servido para que podamos disfrutar de algunos días de descanso a lo largo del año.
Además, tenemos ya muy cerca la Semana Santa, y, por ende, el verano. Quiero pensar, mi querido lector, que ya tiene más o menos pensado qué va a hacer en estos días de asueto. Como ya sabemos, estamos en una situación económica bastante complicada, con una inflación creciente y con muchas ganas, después de tantas restricciones por la pandemia, de recuperar la movilidad total por parte de la gente, lo cual nos trae la tormenta perfecta en cuanto al alza de precios en las opciones vacacionales. No vaya a dejar para última hora su planificación vacacional.
Este año, por si fuera poco, se estrena la reforma a la Ley del Trabajo que duplica el número de días de vacaciones a los que tiene derecho cada trabajador. Seguimos aún muy lejos de los 22 días de vacaciones por año trabajado a los que tiene derecho un trabajador en España, o a los 28 días de descanso al año del Reino Unido, y mucho más de los 30 días a los que se tiene derecho en Brasil, pero al menos se ha mejorado la situación.
Mientras tanto, en otros países como Reino Unido, se ha publicado el resultado del experimento de la jornada laboral de cuatro días, sin que se viera afectado el sueldo de los trabajadores: el 49% de las empresas que participaron han declarado que su productividad mejoró con este modelo, mientras que el 46% dijo que se había mantenido estable. Es decir, el 95% de las empresas que participaron en esta prueba no han visto afectada su operativa por ver reducida un día a la semana su jornada laboral.
Por un lado, el mercado laboral va evolucionando, tomando en cuenta que los trabajadores son personas, tienen una vida fuera de su empleo, y que valoran mucho poder dedicarle tiempo, al punto de conseguir incrementar, o al menos, mantener su rendimiento, aunque se reduzca el tiempo para realizarlo. Porque, seamos honestos, mi querido lector: si pudiera ganar lo mismo que gana ahora mismo en su empleo, pero trabajando un día menos, ¿no haría su trabajo mucho más contento?
Por otra parte, se empieza a tomar en cuenta el llamado «salario emocional» dentro de las empresas: existen muchas otras cosas con las que se puede mantener motivados a los trabajadores, además del sueldo. Es verdad que todos trabajamos por dinero («si el trabajo fuera bueno, los ricos se lo guardarían para ellos», decía mi abuelo), pero, una vez cubiertas nuestras necesidades económicas básicas, existen muchos otros aspectos que nos hacen valorar el sitio en el que trabajamos.
Posibilidad de home office, días de vacaciones por encima del mínimo que estipula la ley, descuentos en los propios productos o servicios que genera la empresa, servicio de comedor con descuento o incluso gratis para los trabajadores, transporte al lugar de trabajo a cuenta de la empresa, plazas de estacionamiento, seguros médicos privados incluidos en la retribución o con descuentos, flexibilidad horaria para facilitar la conciliación familiar son solo algunos ejemplos de todos los aspectos que pueden ser tomados en cuenta dentro de este «salario emocional». Estos factores pueden ser clave para mejorar la productividad de los empleados, y, a su vez, captar talento de otras empresas.
Para ello, tenemos que romper con muchos tabúes y muchas maneras de pensar del siglo XIX. No todo el mundo está listo para tener esta conversación.
