¿De perros a amigos?

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Homo Politicus

 
Irreconocibles, casi diáfanos e incluso en franca hermandad, solo les falta un abrazo fraterno para dejar claro que “ustedes los de entonces ya no, son los mismos”.
 
Increíble pero cierto, la relación entre Donald Trump y Vladimir Putin no sólo asemeja la de dos bribones queriéndose comer al mundo, también es la de dos patanes en contubernio.
 
¿Dónde quedaron aquellas hostilidades a muerte de la guerra fría?
 
Con gran enfado ante la victoria de Donald Trump y, tragándose su orgullo, el todavía presidente de Estados Unidos Barack Obama, felicitó al neoyorquino por su triunfo, no sin que ello asemejara el beso de judas con todo y lo correcto de la postura política.
 
Meses después, los organismos de inteligencia de Estados Unidos y el mismo Obama, han dado a conocer que el espionaje ruso jugó en favor de la campaña de Trump con la presencia de hackers, redes sociales y WikiLeaks, cuestión que tuvo un peso nada desdeñable para encumbrar al ahora presidente electo.
 
Empero más allá del malestar de Obama, se encuentra el hecho que ante el crecimiento de China a nivel de potencia mundial, tanto Rusia como Estados Unidos se encuentran remojando sus barbas y, seguramente, trazarán un nuevo esquema geopolítico para dividirse el pastel a pesar de las potencias europeas tradicionales.
 
El hambre tiene cara de hereje.
 
Entre peras y manzana nada debe pasar por extraño o sorprendente, Donald Trump no entiende mucho de política, ideología o conciencia social, lo suyo es hacer dinero y bajo este esquema material y mental del que oscila su precaria mente empoderará  a Estados Unidos, o por lo menos lo habrá de pretender, para llenar sus bolsillos en una nueva era de carnicería capitalista.
Miéntenle la madre a Trump si no es cierto, pero se avecinan años de incontenible angustia para los pueblos pobres y los países débiles, ello no es noticia sino el inicio de un nuevo orden internacional.