De pan y motomamis

De pan y motomamis

El Mercadólogo 

  • La jefa de gobierno no está inventando nada nuevo; ya en la antigua Roma los políticos hacían espectáculos gratuitos para congraciarse con la gente

A principios de la semana pasada, la mayoría de medios de comunicación hicieron eco del anuncio realizado por el gobierno de la CDMX: la cantante española Rosalía dará un concierto gratuito en el Zócalo de esta ciudad. Inmediatamente surgieron opiniones, tanto a favor como en contra de esta iniciativa.

Por un lado, está la gente que piensa que este concierto tiene únicamente fines electorales. Para nadie son un secreto las aspiraciones presidenciales de Claudia Sheinbaum, la actual jefa de gobierno de la Ciudad de México, y con este concierto, así como otros tantos realizados en el mismo lugar, consigue tener una repercusión mediática e influir en la opinión pública de manera positiva acerca de su gestión. Así, critican que se utilicen recursos públicos para hacer campaña personal.

En el otro bando están los que defienden este tipo de iniciativas. Porque Rosalía no es la primera en actuar de manera gratuita en el Zócalo capitalino: desde hace ya muchos años se vienen realizando este tipo de iniciativas por parte de los diferentes gobiernos de la ciudad, y los cantantes que han pasado por esta explanada han sido, la mayoría, de renombre nacional e internacional: desde Shakira hasta Paul McCartney o Justin Bieber.

La jefa de gobierno no está inventando nada nuevo: ya en la antigua Roma los políticos y personas públicas pagaban espectáculos de gladiadores o carreras de cuadrigas, donde el acceso para todos los asistentes era de manera gratuita, para así conseguir tener una imagen positiva entre la gente. En el desarrollo de estos eventos, que solían durar un día entero, se repartía pan entre los asistentes; de ahí la famosa frase de dar «pan y circo» al pueblo. Es verdad que en la Roma de esa época no había elecciones como en nuestros tiempos, pero la gente con poder sabía que, si mantenía contenta y entretenida a la población, las probabilidades de que existiera una revuelta, eran mucho menores.

Otra de las críticas hacia este concierto radica en el coste que conlleva. El hecho de que los asistentes no paguen por ver el espectáculo no significa que no se generen una serie de gastos: para empezar, los honorarios de Rosalía, que, siendo ahora mismo una de las cantantes con más fama en el mundo, no creo que sean muy económicos. Pero también están los costos provenientes del montaje y de todo el equipo alrededor de la cantante. Todos estos gastos corren por cuenta del erario; alguien tiene que pagar la fiesta. Recordemos que, «si no pagas por algo, no eres el cliente, eres el producto».

Es cierto que una de las responsabilidades de los diferentes gobiernos es fomentar la cultura entre la población. Por cultura, aunque un sector clasista de la población crea que solo nos referimos a expresiones artísticas reservadas solo a una élite, en realidad hablamos de un conjunto de conocimientos, ideas, tradiciones, costumbres y expresiones artísticas que caracterizan a un grupo de personas determinado. No porque no esté en un museo no es cultura; también la música popular se engloba en este concepto. Y, en este mundo capitalista en el que vivimos, no toda la población puede tener acceso a muchos de los espectáculos que, gracias a la iniciativa del gobierno de la CDMX, han podido presenciar.

Aunque en este sentido podríamos decir que estos conciertos cumplen con el cometido de fomentar y difundir la cultura entre la población, cabría reflexionar sobre qué tipo de artistas pueden necesitar más apoyo por parte de las instituciones gubernamentales para darse a conocer: si figuras internacionales, que han ganado muchos premios y generado millones de dólares con su actividad, o artistas locales, que no tienen los recursos suficientes y cuyo trabajo no tiene la repercusión que les gustaría.

Pero, claro, esos pequeños artistas locales, músicos, artesanos, escultores, pintores, no tienen la repercusión mediática suficiente para modificar la opinión pública e influir en resultados electorales futuros. Por eso no se presentan gratis en el Zócalo.

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