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De oportunidades y confort

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De oportunidades y confort

El Mercadólogo

Desde hace unos años se ha popularizado, al punto de convertirse en una frase hecha, eso de «salir de tu zona de confort». Esta zona hace referencia al punto en el que nos sentimos cómodos, que los riesgos que estamos corriendo son pocos, que hacemos las cosas incluso de forma automática, sin pensarlas demasiado. Por el contrario, cuando hablamos de salir de ahí, nos referimos a arriesgar, a lanzarse al vacío, a tomar decisiones trascendentes.

Mencionar la zona de confort suele ser, la mayoría de las veces, de una forma despectiva. En todas las conversaciones en las que se hace referencia, se dice como algo malo eso de no correr riesgos, de acomodarse y no intentar cosas nuevas. El mundo es de los aventados, el que no arriesga, no gana, las oportunidades solo pasan una vez en la vida y muchas otras frases populares refuerzan esa idea.

Pero ¿de verdad es tan mala la zona de confort? ¿es tan negativo no arriesgarse? Pues como todo en la vida: depende. Porque antes de tomar una decisión, sobre todo una de las importantes, hay que sopesar todas las posibles consecuencias. Esto en el mundo empresarial se llama análisis de riesgos.

Es que el mundo no es solo buenas intenciones: antes de tomar una decisión, es necesario tener toda la información acerca de lo que hay fuera de la zona de confort, saber los pros y los contras que puede acarrear, y compararlo con lo que se tiene actualmente, para poder tomar la resolución que consideramos más adecuada. Además, es importante tener muy claro cuál es el objetivo que buscamos, ya que eso irá guiando nuestros pasos en las diferentes decisiones que tengamos que tomar hasta conseguirlo.

Desafortunadamente, estamos acostumbrados a reaccionar a la mención de la zona de confort como Marty McFly, el personaje de la película «Back to the future», cuando le llaman «gallina», pero al igual que en la ficción, las diferentes situaciones de nuestra vida requieren una reacción diferente. No hay que salir corriendo a tomar riesgos innecesarios sin antes haber sopesado las posibles consecuencias, tanto para nosotros como para nuestro entorno.

Tampoco quiero decir con esto que hay que dejar pasar las oportunidades por miedo a lo desconocido. Tan malo es una cosa como la otra. Pero con esto quiero decir que, antes de tomar una decisión, es muy importante saber dónde se está situado, el contexto, las consecuencias, los riesgos, las ventajas, los beneficios y, muy importante, tener claro qué es lo que queremos conseguir. Para ello, puede ser de gran ayuda definir las condiciones básicas.

¿Estás pensando en cambiar de empleo? Tal vez, antes de buscar, estaría bien detenerte un momento y definir las condiciones que estás dispuesto a aceptar, el sueldo mínimo que quieres percibir en el nuevo empleo, qué condiciones son innegociables porque afectarían tu estilo de vida, cuáles prestaciones son importantes para ti y cuáles no lo son.

¿Quieres comenzar un negocio? Primero tendrías que definir cuánto dinero estás dispuesto a invertir, tomándolo como pérdida, ya que ningún negocio resulta rentable en los primeros años de existencia. También tendrías que pensar cuánto tiempo vas a dedicar a tu negocio, si es algo que te gusta hacer, a quién va dirigido tu negocio, qué facilidad tienes para desarrollar esa actividad, qué nivel de ventas necesitas para que resulte rentable, de qué manera piensas conseguir clientes y muchas preguntas más.

Es que la vida no es solo blanco o negro, y en esas diferentes tonalidades de grises se encuentra el camino para el éxito y para la felicidad.