Elecciones en Estados Unidos 2016
- La posibilidad de que el magnate ganase las presidenciales era descabellada: hoy sigue siendo remota, pero ya no es inverosímil
Trump ha contado con un aliado valioso en los medios, que hacen eco de cada astracanada suya y le regala horas y horas de pantalla. Ningún candidato ha contado con tanta cobertura televisiva como Trump, un showman capaz de mantener durante un mitin de 45 minutos la atención del público. Su personalidad —un triunfador, un multimillonario— es su atractivo.
Hace ocho años, EU estaba a punto de elegir a su primer presidente negro. El demócrata Barack Obama prometía terminar con décadas de divisiones. Era un político inusual: mesurado, paciente, capaz de analizar todos los aspectos de un problema antes de adoptar una decisión, pragmático y visionario.
Hoy un hombre de negocios deslenguado y fanfarrón, con una tendencia irrefrenable al insulto y un mensaje xenófobo que recoge las tradiciones más sombrías de la política estadounidense, tiene opciones claras de lograr la nominación del Partido Republicano. La victoria de Donald Trump, el martes, en Nevada, el cuarto estado en votar en el proceso de primarias y caucus (asambleas electivas), no significa que él vaya a ser el nominado, ni mucho menos que gane las presidenciales. Esta es una carrera de fondo.
Los obstáculos son enormes: en un país diverso y, más allá de las caricaturas, políticamente centrado, el Partido Republicano se arriesga a convertirse en una fuerza marginal si presenta a Trump. Pero hasta ahora ha desmentido todos los pronósticos sobre su inminente caída. Hasta hace unas semanas la posibilidad de que Trump sucediese a Obama era descabellada; hoy sigue siendo remota, pero ya no es inverosímil.
¿Cómo se ha llegado hasta aquí? Algunos señalan a la inacción de los dirigentes del Partido Republicano o de sus líderes de opinión: o bien, como la mayoría de observadores, nunca creyeron que Trump llegase tan lejos, o se lo tomaron a chiste. El ascenso del heterodoxo Trump -un candidato sin ideología definida, con retórica ultraderechista en inmigración y casi de izquierdas respecto al comercio internacional o el poder de las farmacéuticas- representa una OPA hostil al Partido Republicano. Al mismo tiempo, Trump es un espejo deformado e hiperbólico de la visceralidad de los republicanos durante los años de Obama.