NÚMEROS CLAROS
Los crímenes han trastocado el rumbo de la historia de México, pero también han retardado en desarrollo de la democracia en México
Las campañas de miedo ofenden a los ciudadanos, a la democracia y a quienes han dado su vida por hacer de México un mejor país. No están lejos los crímenes políticos cometidos en 1994 contra Colosio y José Francisco Ruiz Massieu, ni siquiera los de Zapata, Carranza, Álvaro Obregón o Calles. Todos esos crímenes han trastocado el rumbo de la historia de México, pero también han retardado en desarrollo de la democracia en México.
Las últimas campañas electorales que ha enfrentado México en los últimos 18 años han estado marcadas por el uso de miedo y la manipulación de la conciencia de los electores. Aunque la mayoría de los líderes de los partidos políticos, en esencia, tienen como origen un mismo partido y ninguna vinculación con el marxismo, ni con la socialdemocracia y menos con las ideas sobre el socialismo de Federico Engels o Lenin, en los medios hemos visto desfilar cientos de imágenes sobre el fascismo o sobre los sucesos acontecidos en los países ex socialistas de Europa del Este, Venezuela o Cuba; pero no los positivos y los logros de esos países, sino aquellos destinados a intimidar a los electores.
Los partidos y sus dirigentes hace mucho tiempo perdieron la ideología. Sí es que algún día tuvieron alguna ideología, los dirigentes políticos y la mayoría de sus militantes, hace mucho tiempo cambiaron sus ideologías por los intereses personales. Desde que los partidos se volvieron objetos de interés público, desde que reciben financiamiento público, se convirtieron también en un negocio político, en una fuente de recursos financieros y en un medio de vida de muchas personas. No sólo durante las campañas, sino de manera permanente los partidos reciben financiamiento y ello permite que el dinero público, el de los ciudadanos, pague sueldos, salarios y otros gastos de quienes trabajan en ellos.
Sí en verdad hubiera una ideología ¿Cómo explicarse que dirigentes y militantes se pasen de un partido a otro? Sí así fuera, cuál es la razón por la que alguien que se dice de izquierda de pasa a un partido calificado de derecha y cómo alguien que milita en un partido de derecha mañana pasa a un partido de “izquierda”. Derecha, centro o izquierda se han vuelto sólo en referencias históricas en México, los intereses son los que privan dentro de la clase política nacional hoy.
Actualmente en México, ni siquiera se puede hablar de lucha de clases. Hace muchos años que los trabajadores han quedado atomizados, sin capacidad de respuesta frente a sus patrones, sin líderes ni instrumentos políticos para para defender sus intereses; los propios partidos políticos se han divorciado de ellos. Algunos de los representantes de sindicatos, una y otra vez, son nominados como diputados o senadores, pero no para defender los intereses de los trabajadores, sino para defender los de sus partidos, para vivir de las dádivas del poder, del dulce placer de vivir del erario público y viajar por el mundo en representación de nuestro país.
Nuestro país hoy está dividido, pero no como lo señalan algunos analistas. El país está dividido, sí; por un lado, hay un pequeño grupo de hombres y mujeres que se han encumbrado en la riqueza gracias a la liberalización de la economía nacional, a las privatizaciones de las empresas de Estado y todas las ventajas que han obtenido del libre comercio y del poder político; por otro, los más de 55 millones de pobres que no pueden ser ocultados por las frías estadísticas del gobierno federal; y entre ellos, una clase media que languidece, miles de profesionales entre ellos, sin alternativas de empleo o con salarios miserables.
Bajo el contexto actual donde siguen cayendo candidatos de uno y otro partido político, donde la violencia pretende adueñarse de la democracia en México, nadie tiene el derecho a atizar a la violencia política contra ningún bando, sin que la sociedad y las leyes le pidan cuenta por sus actos. Los mexicanos, debemos seguir trabajando para perfeccionar la democracia en nuestro país, pero también debemos defender lo logrado hasta hoy; en efecto, el sistema electoral y la historia está cargada de muchos momentos tristes y vergonzosos para México; sin embargo, habrá que buscar el camino para perfeccionar la democracia; pero sobre todo, para poner fin a las desigualdades que persisten.