EL MERCADÓLOGO
Les voy a confesar una cosa muy curiosa que me pasaba por la cabeza cuando era joven y estudiaba historia en la secundaria. Como nos lo enseñaban todo por capítulos separados, me imaginaba que estaba la gente en la antigua Roma, por ejemplo, y de repente alguien decía: «ya es hora, empieza la Edad Media». En ese momento, en el mismo lugar donde hubieran escuchado el anuncio, todo el mundo comenzaba a cambiarse de ropa, a guardar las cosas que no correspondieran a la siguiente época, y en ese instante, cambiaban de periodo histórico.
Todos sabemos que los cambios en la historia de la humanidad no se han dado así; que la mayoría han sido de manera gradual, al punto de que pequeños hechos, tal vez imperceptibles en su momento, han desembocado en grandes revoluciones, que han modificado completamente la vida de las personas. Y aún así, mucha gente se mantuvo en contra de dichos cambios durante mucho tiempo, hasta que la evolución de los tiempos les obligó a modificar sus rutinas, a incorporar en su vida nuevos inventos, a asumir que el mundo había cambiado y que ya no habría marcha atrás.
De hecho, aún nos sigue pasando: tal vez algunos de ustedes sean capaces de recordar el día que se compraron su primer smartphone, pero supongo que, como yo, la mayoría no sabría decir el día exacto en el que comenzaron a navegar por internet a través de su teléfono celular. De lo que estoy seguro es de que no todos lo hicimos el mismo día, y probablemente ni siquiera el mismo año. Es más, recuerdo que, allá por 2005, me tocó llevar una campaña sobre TV en el celular, y era tan poca la costumbre que tenía la gente, que el presupuesto de la campaña era muy pequeño, casi residual.
Somos conscientes de que el mundo cambia, que en este momento existen miles de investigadores trabajando para crear nuevas soluciones para nuestros problemas cotidianos. Escuchamos muchos puestos de trabajo, y muchas veces no somos capaces de saber exactamente cuál es su función dentro de una compañía. De hecho, en muchas de las ocasiones podemos caer en la trampa de burlarnos de esos nuevos trabajos, sin darnos cuenta de la importancia que pueden llegar a tener. Lo que está claro es que, si una empresa tiene la necesidad de crear un puesto, es porque tiene relevancia.
Para los que tenemos hijos, esta es una de las trampas en las que solemos caer durante la crianza: los preparamos e intentamos darles las mejores herramientas para el mundo en el que nosotros fuimos jóvenes, pero que ya no existe. Aunque los valores perduran, la manera de enfrentarse a muchas de las situaciones no es la misma. Es más, muchas de las problemáticas con las que se van a encontrar cuando crezcan, nosotros, los actuales adultos, no somos capaces ni siquiera de imaginarlas, mucho menos de resolverlas.
En el mundo de la publicidad y la mercadotecnia, es imprescindible estar atento a esos pequeños cambios que modifican las conductas de las personas. Muchas veces cometemos el error de que, como ya llevamos muchos años trabajando y tenemos mucha experiencia, seguimos resolviendo los problemas que se nos plantean de la misma manera que lo hemos hecho siempre. Pero, no sabemos en qué momento, la solución ya no es la misma.
Porque sí, sabemos que la televisión nos ayuda a llegar a mucha gente en muy poco tiempo, pero también somos conscientes de que cada vez menos personas, sobre todo las más jóvenes, mantienen ese mismo comportamiento, y que es necesario buscar otros medios complementarios si queremos hacer llegar nuestro mensaje a ese público. Sabemos de la importancia que tiene internet en la vida de la gente, pero es importante hacer una reflexión constante sobre cómo es la navegación de las personas a las que queremos hacer llegar nuestro mensaje y no quedarnos en los cuatro o cinco sitios de siempre.
La gente, el mundo, la vida cambia constantemente, y muchas veces no somos capaces de determinar el punto de inflexión que va a modificar para siempre nuestras rutinas.