Home Nuestra Palabra De amor y corazones

De amor y corazones

0
De amor y corazones

El Mercadólogo

  • Al final, muchas de las festividades marcadas en el calendario son una excusa de las marcas para poder vender

Un año más, ya tenemos aquí el Día de San Valentín. Como todos los años, desde hace unos meses, hemos estado conviviendo con escaparates de tiendas llenos de corazones, flores y cupidos. Como ya se ha vuelto tradición, la publicidad en los diferentes medios de comunicación se ha llenado de mensajes sobre el amor, edulcorando este sentimiento y convenciéndonos de mil maneras de demostrarlo, todas, por supuesto, relacionadas con un desembolso económico.

Recuerdo, creo que lo he contado ya en este espacio, que cuando estudiaba la licenciatura, decía de broma que el 14 de febrero era el «día del marketing». Supongo que no era el único que lo pensaba, y, de hecho, estoy seguro de que mucha gente sigue pensándolo hoy en día. No voy a negar que, debido a los diferentes mensajes recibidos alrededor de esta festividad, podríamos pensar que ésta ha sido creada única y exclusivamente con el fin de consumir.

Pero, si seguimos con este mismo pensamiento, entonces todas y cada una de las festividades que celebramos a lo largo del año han sido creadas con el mismo motivo. Porque me parece difícil pensar qué motivo nos puede llevar a comprar de forma impulsiva una o varias banderas de México si no es durante el mes de septiembre (o si no se está disputando un Mundial de fútbol), o en qué otro momento del año se nos antoja un pan de muerto, que no sea a finales de octubre y principios de noviembre.

Al final, muchas de las festividades marcadas en el calendario son una excusa para las marcas, que tienen que buscar cualquier recoveco para generar un recuerdo en nuestras mentes, y así, poder entrar en ese top of mind de opciones que consideramos cuando tenemos que realizar alguna compra. De hecho, esta búsqueda de oportunidades nos ha llevado al punto de que muchas marcas se «suben al tren» de las tendencias de moda, algunas con acierto y otras generando vergüenza ajena.

Sin embargo, estacionalizar la compra de determinados productos, como rosas en febrero, nos ha hecho perder el sentido de dichas fechas importantes. No tengo tan claro que las rosas sean las flores favoritas de tanta gente, como tampoco estoy seguro de que todas las parejas quieran celebrar el 14 de febrero de una manera especial. Pero la presión social a veces juega su papel, sintiéndonos forzados a realizar regalos o hacer celebraciones que, tal vez, para nuestra pareja no son tan importantes.

Tal vez, solo tal vez, a nuestra pareja le parezca un mejor regalo dejarla dormir un rato más, mientras nosotros nos ocupamos de los niños, de la casa o de cualquier otra cosa. Existen posibilidades de que nuestra pareja agradezca más que nos volvamos adultos funcionales, compartiendo de verdad las responsabilidades del hogar común, incluida la carga mental, en vez de llevarla a cenar a un restaurante caro.

Aunque el ruido mediático y los mensajes publicitarios, basados en estructuras y convencionalismos sociales, nos hagan creer que el mejor regalo es un producto de determinada marca, cada uno de nosotros, como individuos, sabe qué es lo que más le puede gustar a la persona con la que hemos decidido compartir nuestra vida. Y si no lo sabes, tal vez sea hora de plantearte cambios.

Lo que no podemos es responsabilizar a los mensajes publicitarios de nuestras acciones y decisiones. Recordemos que la publicidad tiene que transmitir un mensaje en muy poco tiempo, y para ello, muchas veces utiliza territorios comunes en nuestra cabeza, de manera que sea más fácil contextualizar y no perder tiempo en explicar qué es lo que quieren decir.