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Dan el último adiós a Ignacio Padilla

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Así, con el cielo “llorando” fue sepultado en el Panteón Francés La Piedad, y despedido por su padre Francisco, por sus hermanos Francisco y Rodrigo; y sus hijos, Constanza y Rodrigo

Nacho no lo creería, seguro sonreiría con su mirada clara y su amplia y delgada sonrisa, pero es verdad, sus restos mortales abandonaron la funeraria en medio de unos goterones que pronto se convirtieron en una tupida lluvia.
Así, con el cielo “llorando” fue sepultado en el Panteón Francés La Piedad, y despedido por su padre Francisco, por sus hermanos Francisco y Rodrigo; y sus hijos, Constanza y Rodrigo.
Al escritor de 47 años, que murió el pasado sábado en un accidente automovilístico, lo sobrevive su obra compuesta por más de 30 libros y una trayectoria académica y literaria sólida, que fue destacada por amigos, compañeros y funcionarios, quienes acudieron a despedirlo. “Fue una gente fuera de serie”, dijo su padre, don Francisco Jerónimo Sebastián de Aparicio Padilla.
Adolfo Castañón, compañero de Nacho en la Academia Mexicana de la Lengua, expresó: “era una persona muy veloz, en términos intelectuales, y se fue con esa velocidad; y esa pérdida, es una pérdida que no nos hemos dado cuenta todavía… Yo creo que el genio de Ignacio Padilla, más allá de dejar constancia tiene que ver con una inteligencia e inspiración relacionada y alimentada por la analogía, por el contraste, por la comparación y por el cotejo”.
Jaime Labastida, director de la institución, reiteró que la Academia Mexicana de la Lengua, como es tradición, le realizará un homenaje pasados los seis meses de duelo. “Nacho era un hombre que estaba en pleno desarrollo, un escritor que había alcanzado su madurez y eso hace todavía más lamentable su muerte porque estaba en la flor de su madurez literaria”, dijo el poeta y editor que recordó que hace más de 20 años publicó el primer libro de la llamada Generación del Crack.
Marina Núñez Bespalova, directora de Publicaciones de la Secretaría de Cultura y María Cristina García Cepeda, directora del INBA, aseguraron que habrá un homenaje pero cuando la familia lo decida. En tanto planean la reedición de la obra de Nacho Padilla, en especial la reunión de sus cuentos, que él ya había iniciado.
Previo a la misa de cuerpo presente, García Cepeda, Jaime Labastida y Marina Núñez Bespalova, encabezaron la guardia de honor, en el que también estuvieron Carlos Prieto, Silvia Molina, Julieta Fierro y Daniel Goldin.
El chelista Carlos Prieto y el poeta Eduardo Lizalde, destacaron la juventud, inteligencia y sensibilidad de su compañero en la Academia. También los escritores Mónica Lavín, Silvia Molina, Julieta Fierro y David Miklos, despidieron a su amigo.