Primero el sismo, luego la lluvia, ahora el frío
• En los campamentos de damnificados en la Ciudad de México las personas dependen de mantas y cobijas donadas para hacer frente a las bajas temperaturas
Lucina Chávez, que preparaba comida y la vendía en su barrio para obtener un ingreso extra, forma parte de un grupo que decidió instalarse en frente de la edificación de tres plantas que un día fue su casa. Es una construcción antigua -ella llevaba 47 años viviendo allí- y el reducido valor de la renta les permitía vivir con poco en una zona céntrica y bien comunicada.
Primero fue el sismo y tuvieron que dejar el departamento en el que vivían. Después, vino el miedo de que el edificio dañado fuera invadido. Armaron casas de campaña frente al inmueble para vigilar el único patrimonio que les quedaba: unos pocos muebles, ropas, electrodomésticos, televisores. Luego vino lo más difícil: cuando llovía el agua invadía las carpas y empapaba las colchonetas y cobijas. Nadie dormía en las noches de lluvia.
A pocos días de cumplirse tres meses del terremoto del 19 de septiembre, los afectados por el sismo en la Ciudad de México que perdieron sus casas y se instalaron en campamentos en las calles de la capital se enfrentan ahora a un nuevo obstáculo: la brusca caída de temperatura durante los últimos días, con mínimas cerca de los cero grados.
“El sábado y el lunes [09 y 11 de diciembre] fueron los peores días”, recuerda Lucina Chávez, de 75 años, vecina de un edificio afectado por el temblor entre las calles 5 de febrero y Guipúzcoa, en la delegación Benito Juárez. “Las colchonetas están muy pegadas al suelo y no pude dormir porque me dieron calambres toda la noche”. La noche del miércoles 13 de diciembre esta anciana se abrigaba con una chamarra (chaqueta) y se frotaba las manos para calentarse. Son los mayores como ella y los niños del campamento los que sufren más con la oleada de frío en este campamento.