
El Faro
Jürgen Habermas, entre otros, estudió durante muchos años la importancia social de la comunicación y del diálogo. Investigó los recovecos del ser humano que se ponían en juego a la hora de entablar una conversación y de intentar resolver un problema que afectara a varias personas. El resultado fue el desarrollo de toda una teoría sobre la acción comunicación. La intención era poner las bases para un auténtico diálogo, objetivo y eficiente. ¿Cuáles son algunas de estas bases? Intervención en el diálogo de todos los afectados, simetría entre los interlocutores, “sinceridad” a la hora de hablar, racionalidad en los argumentos… ¿Qué es lo que habría que evitar? La razón instrumental, entre otras cosas, es decir, que en lugar de ser racionales fuéramos interesados en nuestras intervenciones dialogales.
En la actualidad, nacional e internacional, se están cuidando las condiciones del diálogo y del debate. En el mundo vemos a Putin sentado en una mesa larga, lejos de su interlocutor, negociando sobre los temas anexos a la invasión de Ucrania. Su secretario de asuntos exteriores va dejando en el camino de la opinión pública perlas declarativas que abonan al miedo, a la incertidumbre y a la confusión.
En el ámbito local, casi todos los candidatos a la gubernatura de nuestro estado para este año participaron en un debate, por decirlo de alguna manera, en la Universidad La Salle. COPARMEX organizó el evento y aplicó una metodología para ordenar el diálogo y la explicación de las distintas propuestas.
No cabe duda de que el evento internacional no está al mismo nivel de importancia que lo del evento futuro estatal. La gravedad de ambos es totalmente distinta. Sin embargo, es posible que los dos y otros muchos que se airean en las redes sociales, adolezcan de varios de los elementos que el autor alemán advertía como decisivos en cualquier diálogo.
En el diálogo deben intervenir los afectados por el problema. En el caso ruso, hay una porción inmensa de población de ambos países que no pueden detenerse a expresar su pensar porque o están huyendo o están amenazados con la cárcel si se manifiestan en contra de la ocupación. Hablan, por tanto, una porción mínima de interlocutores posibles. El peligro es que se olvide o no se conozca con precisión la realidad que las voces ahogadas tienen.
Otro elemento es la autenticidad a la hora de hablar, es decir, la decisión de comprometer a toda su persona en las palabras que se pronuncian. Tanto Putin como los candidatos es muy posible que se guíen principalmente por sus intereses muy personales. En el caso de Putin es muy evidente. Nada justifica la muerte de nadie. En el caso de los candidatos es curioso escucharlos en sus propuestas y palabras y después escuchar a ciudadanos repasando las incoherencias pasadas de ellos mismos entre lo que dijeron y lo que hicieron. Desde afuera del debate puede uno cuestionarse si son de confiar, si ponen su propia persona como garantía de lo que comunican.
La razón instrumental, la centralidad de los propios intereses, puede ser un elemento que contamine el contenido de la comunicación. Mucho cuidado con lo que decimos y oímos. No siempre la comunicación está guiada por el bien común ni por la intención de solucionar los problemas.