Cuidado

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El Faro

  • El dinero, el trabajo, la economía, el gasto, no necesariamente tienen rostro humano

Estamos rodeados cotidianamente de noticias que ya nos parecen normales y que hacen referencia a violencias, asesinatos, violación a los derechos humanos, invasiones de territorios independientes, guerras, desigualdades lacerantes, condiciones de vida que no corresponden a la dignidad humana, atropellos desde cualquier poder, inestabilidad social, etc.

Históricamente, a las mujeres se les ha asignado el papel de cuidadoras, se les ha educado a atender a los más vulnerables de la familia (niños y ancianos) y a dedicarse a las labores de servicio. En muchas ocasiones, actualmente, se ha denigrado y rechazado esta asignación de manera radical. A la par se ha defendido la paridad y el derecho de toda mujer al acceso en el mercado laboral.

No me parece del todo claro que la mejor opción que actualmente se le pueda ofrecer a nadie sea el trabajo con las condiciones que se tienen actualmente. No me parece evidente que el máximo de la aspiración de un ser humano sea trabajar duramente durante horas para poder vivir en unas condiciones que no son las deseables, con la intención de adquirir un dinero que no necesariamente le da para cubrir sus necesidades. Quizá no sea la mejor perspectiva en nuestros días, después de la tragedia de una pandemia, desear vivir para tener dinero y poder gastarlo con la condena eterna de tener que volver a ganarlo y así ser solventes.

El dinero, el trabajo, la economía, el gasto no necesariamente tienen rostro humano. A lo mejor nos han introyectado en las venas de nuestra alma y de nuestra voluntad que la máxima aspiración de la persona es tener buen trabajo y ganar mucho dinero. ¿Esto sería realmente el éxito? A lo mejor, después de la primera Guerra Mundial, tras haber muerto millones de varones, las fauces de las fábricas llamaron con voces sibilinas a las mujeres para alimentar la producción. Y desde ahí las mujeres de manera masiva, reforzada por la necesidad posterior de la segunda Guerra Mundial, se sumaron a la vida laboral.

No se está en contra de la mujer en el mercado laboral, nunca. No se está en contra de la realización profesional, del acceso de la mujer a la educación, del toque personal en las más altas esferas de desempeño. Nunca. En la actualidad se necesitan las aportaciones de las personas más valiosas. Pero, ¿para qué?

Para que todos los seres humanos nos comprometamos con el cuidado, con la construcción de una forma de vida centrada en el cuidado. El derecho a cuidarnos a nosotros mismos, a cuidar y a recibir cuidados debe convertirse en el centro de la evolución social, económica y ecológica. Podemos aprender de la experiencia de las mujeres, entre otras muchísimas cosas, que el cuidado de todo y de todos es lo esencial del desarrollo humano. 

La ONU, ONU mujeres y la Cepal, publicaron el mes pasado un documento muy breve que se titula Avances en materia de normativa del cuidado en América Latina y el Caribe. Hacia una sociedad del cuidado con igualdad de género. En él se resume cómo la reflexión internacional se ha ido decantando, de la mano con la reflexión sobre la mujer, hacia la importancia de crear una sociedad centrada, mediante políticas públicas medibles y concretas, en el cuidado a nosotros mismos, a los otros y en recibir cuidados. Este proyecto sí merece la pena, buscando alejarse de las situaciones que se mencionaban en el primer párrafo de este escrito.

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