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Cuenta regresiva

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LA GENTE CUENTA

El reloj de la clase apenas marcaba las 8:10 de la mañana. Todos los niños sabían que en menos de cinco horas los separaban del fin de semana, y con ello dejar por un lado los útiles y dedicar su viernes para divertirse a como dé lugar. Pero aquella clase de Ciencias Naturales les resultaba insufrible, un verdadero martirio en tan tempranas horas.
    Mientras los demás hacían que anotaban todas los esquemas que la maestra pintaba con marcador en su pizarrón blanco-percudido, y que dejaba una estela de olor a solventes en el aire, Andrés solo se dedicaba a tamborilear su lápiz sobre su escritorio, sin siquiera tomarse la molestia de ponerse a escribir, solo miraba fijamente hacia una sola dirección.
    -Muy bien, chicos. Ahora pasemos al siguiente tema, –comenzó a dar nuevas indicaciones-. Hoy conoceremos el trabajo realizado por Charles Darwin a raíz de su viaje hacia las Islas Galápagos y que forman parte de las teorías de la evolución que vendrán en el examen del próximo bimestre.
    Una ligera protesta se inició desde los lugares de atrás. La maestra apaciguó un poco los ánimos, y acto seguido, con letras mayúsculas de color rojo, comenzó a escribir el nombre del tema: evolución y selección natural. Andrés, desde su lugar, miró con mucha atención las últimas dos letras, a la vez que abrazaba su mochila.
    -Hoy es el día –dijo Andrés para sus adentros. Pero uno de sus compañeros interceptó el mensaje.
    -¿De qué? –preguntó con cierta curiosidad. Andrés hizo caso omiso de su interlocutor, sólo se limitó a limpiar el sudor de sus manos.
    -Qué chistoso, ¿no? –otro de sus compinches intentó a hacerle plática, a pesar de estar prohibido-. Vamos a hablar de uno de tus videojuegos favoritos. Pero creo que va a estar muy aburrido.
    Volvió a ignorar los comentarios de sus compañeros próximos. Su atención se centraba en aquel reloj digital colgado de la parte alta del salón. La docente seguía recitando la lección ante un público indiferente, hablando de pinzones, tortugas, genes, ratones, supervivencia.
    -Miss, ¿puedo ir al baño, por favor?
    El grupo entero salió de su pasmo cuando Andrés se levantó de su lugar, alzando la mano como si quisiera participar en la clase, como siempre, pero con urgencias de resolver una necesidad fisiológica.
    -Adelante –fue la respuesta de la docente. Y continuó con su monólogo.
    Con todo y mochila, salió corriendo por el pasillo, efectivamente se dirigió al sanitario, pero no para su propósito original. Se encerró, colocó su mochila sobre su regazo. Un sentimiento de nerviosismo se apoderó de él. En su mente se agolpaban diferentes pensamientos, posibilidades, escenarios. Sentía que el destino estaba escrito. 
    Eran las 8:35. Su metamorfosis había concluido.