NÚMEROS CLAROS
Eliminar el bloqueo será un camino largo y difícil. Sin duda alguna, dentro del Pentágono y el Congreso de los Estados Unidos el presidente Barack Obama tiene muchos enemigos y no será suficiente la voluntad política del presidente para que ese país reoriente su política exterior, la cual le ha hecho acreedor a hacerse de más enemigos que de amigos.
Ronald Ernest “Ron” Paul, cuando llegó a aspirar a la candidatura presidencial por el Partido Republicano, así lo entendió y proponía poner fin a una política que ha hecho que los Estados Unidos ganen más enemigos que amigos en el mundo y sean el chivo expiatorio de todos los males del planeta. Ron Paul fue el único precandidato a presidente que voto contra la Guerra de Irak en 2002; se opuso a las operaciones militares en Pakistán y Yemen; criticó el asesinato de Osama Bin Laden; propuso cerrar Guantánamo; se opuso a la intromisión de Estados Unidos en la política de Israel; voto a favor de poner fin al embargo contra Cuba y señaló que si él fuera presidente retiraría inmediatamente todas las tropas de Irak y Afganistán. Nada malo para ser republicano.
Ahora Cuba comparte la disposición de avanzar hacia la normalización de las relaciones bilaterales con los Estados Unidos, una vez que sean restablecidas las relaciones diplomáticas. Pero como vemos en Panamá ahora, las enemigos de Cuba no se quedarán con los brazos cruzados. Para lograrlo, será necesario que ambos países adopten medidas mutuas para mejorar el clima de entendimiento, resolver otros problemas pendientes y avanzar en la cooperación, al margen de los enemigos de este proceso y la critica de los estadounidenses de origen cubano que han hecho de los Estados Unidos su país, cuyos ancestros fueron parte de la maquinaria del gobierno de Fulgencio Batista antes de 1959.
Sin duda alguna, la normalización de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos, abre una oportunidad al hemisferio de encontrar nuevas y superiores formas de cooperación que convienen a las dos Américas, a la del norte y a la del sur que inicia en el río Bravo. Ello permitiría resolver acuciantes problemas y abrir nuevos caminos de entendimiento, no solo entre esos dos países, sino entre los Estados Unidos y los países de América Latina y el Caribe, los cuales poco a poco se han ido acercando más a China y Rusia, distanciándose de su centro tradicional de influencia; lo cual es preocupante para los estadounidenses.
Algo que hay que subrayar, es que todo Estado tiene el derecho inalienable a elegir su sistema político, económico, social y cultural, sin injerencia en ninguna forma por parte de otro Estado, lo que constituye un principio irrenunciable de Derecho Internacional; por lo cual, los Estados Unidos no pueden pretender volver al pasado con su política respecto a Cuba u otros países de América Latina, al imponer o condicionar la normalización de las relaciones a la puesta en marcha de medidas de política económica que ellos consideran saludables para la isla. Países como Ecuador y Bolivia han sido claros ejemplos de lo que sucede cuando un país dice ¡no! a la intervención estadounidense.
Por lo que el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos y Cuba, debe verse como el inicio de un proceso hacia la normalización de las relaciones bilaterales; pero debemos tener claro que ese propósito no será posible mientras exista el bloqueo; no se devuelva el territorio ilegalmente ocupado por los Estados Unidos en Cuba, el cual ocupa la Base Naval de Guantánamo; no cesen las trasmisiones radiales y televisivas dirigidas hacia Cuba, las cuales son violatorias de las normas internacionales; mientras no haya una compensación justa al pueblo cubano por los daños humanitarios y económicos que ha sufrido durante todos esos años de bloqueo.
Hay muchos cuestionamientos al respecto y el camino parece ser complicado para la normalización de las relaciones entre estos dos países. Muchas veces el gobierno cubano se ha preguntado ¿Acaso podrían restablecerse las relaciones diplomáticas, sin reanudar los servicios financieros
a la Sección de Intereses de Cuba y su Oficina Consular en los Estados Unidos, cortados como consecuencia del bloqueo financiero?, por ejemplo.
Por otro lado, ¿Cómo explicar el restablecimiento de relaciones diplomáticas sin que se retire a Cuba de la Lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo Internacional? Cuestión absurda y tendenciosa, cuando este país sólo ha ayudado a los patriotas latinoamericanos perseguidos por las tiranías y al desarrollo de los países de América Latina y el Caribe, desde la limitación de sus posibilidades; ¿Cuál será, la conducta de los diplomáticos estadounidenses en La Habana, observarán las normas que establecen las Convenciones Internacionales para las Relaciones Diplomáticas y Consulares?, o a caso serán agentes de la Agencia Nacional de Seguridad (ANS) y la Agencia Central de Inteligencia (CIA), quienes se ocuparán de desestabilizar al país.
No es justo pedir a Cuba nada a cambio ahora, si estos problemas no se resuelven antes; pues sin ello, este acercamiento diplomático entre Cuba y Estados Unidos no tendría sentido. Por ahora, vemos que se ha podido avanzar en esta reciente negociación porque se han tratado ambos países recíprocamente con respeto, como iguales, condición indispensable para tratar hoy a las naciones latinoamericanas, cada vez más distantes de los Estados Unidos; y para seguir avanzando tendrá que ser de ese modo, incuestionablemente.
No es raro que hoy el presidente Obama goce de toda la simpatía del pueblo cubano, ha sido él quien ha retado a la burocracia del Departamento de Estado, a los halcones del Pentágono y a los enmohecidos políticos del Congreso de su país, al poner fin a una política sin sentido contra Cuba, que no ha hecho sino ganar la desconfianza de los países de América Latina y el Caribe, entregándolos a los brazos de China y Rusia, en una época en que está perdiendo su hegemonía mundial y China se presta a sustituirlo, hoy eje del mundo capitalista.
El gobierno cubano ha reconocido el valor de del presidente Obama y su trascendental decisión, de sostener un debate con el Congreso con el objetivo de la eliminación del bloqueo, aunque no será fácil convencer a quienes han sido el sostén de éste y hoy advierten a Irán que, una vez que lleguen a la presidencia echarán por tierra los acuerdo nucleares actuales a los que han llegado. Los anuncios realizados el 17 de diciembre, los cuales sorprendieron a todos, han provocado el reconocimiento mundial y la congratulación de la inmensa mayoría de los países, que en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cada año han votado condenado el bloqueo. El presidente Obama ha recibido por ello un amplio apoyo en su país y en el mundo ¿por qué extrañarse que lo tenga hoy del pueblo cubano?.
No debemos extrañarnos de las manifestaciones contra Cuba en Panamá horas antes de la realización de la VII Cumbre de las Américas, a donde por primera vez ha sido invitado el presidente cubano, Raúl Castro, un hombre que hizo la revolución y se ganó a pulso un lugar en la historia de su país, que con trabajo ha llegado a su posición actual, no por herencia patriarcal o imperial. Muchas fuerzas oscura en los Estados Unidos tratarán de abortar este proceso; son los mismos enemigos de siempre, los que no desean una relación justa de Estados Unidos con América Latina y el Caribe, son los que entorpecen las relaciones bilaterales de muchos países de nuestra región con esa nación. Son los que siempre chantajean y presionan.
Aunque tienen profundas diferencias los gobiernos de Estados Unidos y Cuba en el ámbito de los sistemas políticos, la democracia, los derechos humanos y el Derecho Internacional, como las tiene con otros países del Continente; Cuba ha propuesto sostener un diálogo bilateral mutuamente respetuoso y en condiciones recíprocas, con la voluntad de que ambos países puedan relacionarse civilizadamente en todos los foros internacionales, como este de la Cumbre de las América; siempre con un espíritu constructivo.
