ALFIL NEGRO
La trompeta sonó llena de furia
y los Cuatro jinetes de la historia
iniciaron su marcha por el mundo
para cumplir mandatos del eterno.
Y los oímos pasar por nuestras calles
caballos de acero, fuego y piedra,
pezuñas infernales luminosas,
resonando terribles en las plazas.
Jinetes sin rostro ojos hundidos,
cabalgan sin parar por las veredas.
La peste jugando con la vida
y cerrando los ojos del enfermo,
pandemia proclamada libro santo
que arrincona la risa en cada casa,
donde se torna en llanto y grito fuerte
y crecen las lápidas andenes,
despedidas forzadas por la peste
hermanos que se marchan y amigos,
lista muy larga de sueros batas blancas
lucha sin fruto y esperanza muerta,
jinete que se alza victorioso.
Apocalipsis en coros minas negras,
salmos amargos que hieren nuestros ojos.
Y luego avanza sin freno río de duelo,
el jinete terrible de la muerte,
hiriendo sin descanso y sin distingos
hospitales y rostros ya sin ojos,
cubrebocas de duelo y de tristeza.
Puñales forjados con jeringas,
y camas blancas y cajas que se queman,
la vida que se escapa de las manos.
Peces dormidos y sueños que resbalan.
Tercer jinete de huesos y penurias
jinete de hambre carencias y ausencias,
fuego que apaga las risas de los niños
e ignora las canciones y buñuelos
y siembra bosques de dolor y pena.
Los tiempos del profeta van llegando
y surgen en el campo y en palacios,
falsos mesías que hablan del futuro
mentiras y engaños plata falsa,
y se escucha llegar a otro jinete
el jinete maldito de la guerra,
hermano contra hermano en la batalla
sangre que corre y se vende por monedas
y sueños de poder del ambicioso.
Ya están aquí cabalgan nuestras calles.
La peste, la guerra el hambre y muerte,
jinetes en caballos hierro negro
esperanza que explota en cada esquina.
Retadores y llenos de soberbia
amos y dueños de la vida misma,
estatuas de tristeza en nuestras plazas
horas que duelen y anidan victoriosas
murciélagos ciegos que roen los corazones,
hambrientos de lo negro de la noche.
Y en medio del ciclón una esperanza
una voz que ilumina y que acaricia
un carpintero humilde en su grandeza.
“No tengan miedo
que Yo estoy con ustedes
ahora y hasta el fin de todo el tiempo” .