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Cuando Marilyn pasó una noche en Coyoacán

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Mochilazo en el tiempo
    •     Este 5 de agosto se cumplieron 55 años de la muerte de Marilyn Monroe. En recuerdo de la actriz, EL UNIVERSAL hace un recuento del viaje que hizo a la ciudad de México a principios de 1962


La noche del 22 de febrero de 1962, Marilyn Monroe llegó de incógnito a la Ciudad de México. Lucía un vestido verde amarillo. Antes de que alguien la reconociera, subió a un automóvil que la llevó a avenida Reforma, al Hotel Continental Hilton. En la puerta de su habitación había un enorme letrero: “no se admiten visitas”.
Dos días después, una multitud abarrotaba el salón Tesoro del Hilton; la Monroe concedería una conferencia de prensa. Aburridos, después de una hora de espera, los reporteros y fotógrafos pretendían irse cuando apareció ella. “Vestía un entalladísimo traje jersey de seda color verde nilo, demasiado sencillo (…).Se adivinaba que la estrella no traía nada abajo”, publicó El Pajarito Indiscreto en su columna de espectáculos de EL UNIVERSAL.
La rubia, copa de champagne en mano, comenzó a contestar a los periodistas. De los mexicanos dijo que eran hombres ardientes. De Brigitte Bardot que era una encantadora mujer y que Frank Sinatra y Marlon Brando eran sus actores favoritos. Que con Joe Di Maggio nunca habló de béisbol y que aprendió mucho de Arthur Miller, ex esposos suyos los dos; beisbolista el primero, escritor el segundo. Que volvería a posar desnuda si estuviera en las mismas condiciones, económicas y físicas, en que lo había hecho 15 años antes con una tela roja bajo su cuerpo y por la que le pagaron 50 dólares. Dijo que tenía planes de venir a México para producir sus propias películas.
El redactor del periódico Cine Mundial, Ramón Ortiz, escribió: “Marilyn en ningún momento perdió el control de los numerosos fogonazos y sonreía, sus ojos parecían gritar una sola palabra: sexo”. Del mismo diario era Antonio Caballero, uno de los 38 fotógrafos que la retrataron esa tarde. Una de sus imágenes pasó a la historia: aquella en la que la actriz, al cruzar la pierna, dejó ver que no era rubia natural. Se publicó en Cine Mundial; una franja negra cubriendo la entre pierna.
Ese mismo 22 de febrero, Teodoro Aceves, gerente del restaurante El Taquito, en el centro histórico, recibió una llamada del propio regente de la ciudad, Ernesto P. Uruchurtu. Le recomendó que preparara el lugar para recibir a unos invitados de lujo. La anécdota la cuenta Rafael Guillén, dueño del famoso establecimiento taurino.
En una entrevista realizada en 2009 por el periodista Alberto Cabor, don Rafael Guillén, padre, recordó esa tarde: “El negocio estaba casi lleno. De inmediato, uno de los muchachos, emocionado, corrió hasta mí para decirme casi gritando: `¡Señor Guillén, señor Guillén, ahí viene Marilyn, ya llegó!´ Me acomodé rápidamente el cabello y la corbata y salí a recibirla”. La luminaria iba acompañada del escritor cinematográfico mexicano, José Bolaños, con quien supuestamente tuvo un romance. La actriz comió carnitas, mole, chalupitas, guacamole, gusanos de maguey, acompañados de tequila y daiquirís. Un mariachi, traído ex profeso para la ocasión, alegró el banquete. Cerca de tres horas estuvo en el restaurante. Al terminar, se dirigió con sus acompañantes a Coyoacán.
Al saber que la norteamericana estaba en México, María Félix dijo no estar interesada en conocerla, cuenta a este diario la profesora Julieta González, del staff de la Casa Fuerte de El Indio Fernández. “En desagravio don Emilio le ofreció una comida en su casa. Tenemos unas fotografías donde están en unas sillas del comedor y El Indio le está enseñando a tomar tequila. Le dijo ´te pones sal en una mano, le chupas al limón y le tomas al caballito´. Como no le salía, le decía en inglés Zone more time.
Don Emilio hablaba perfectamente inglés. Además le dijo que le podía contar sus más íntimos secretos. Que su casa iba a ser una tumba. La comida fue muy íntima. La actriz Columba Domínguez, esposa del anfitrión, y el fotógrafo Gabriel Figueroa también estuvieron presentes. Esa noche, Marilyn Monroe durmió en la casa del director mexicano, en la calle de Dulce Oliva”. González relata que El Indio le regaló un par de cómodas de caoba para la casa que acababa de comprar en Estados Unidos.
Marilyn dejó México el 3 de marzo. También visitó Acapulco y Taxco. Antes de irse, donó 10 mil dólares al Instituto Nacional de Protección a la Infancia, en presencia de la Primera Dama, Eva Sámano de López Mateos.
Muerte en la soledad. El domingo 5 de agosto de ese 1962 Marilyn apareció muerta en su casa. El cuerpo número 81128 del depósito de cadáveres de Los Ángeles tenía más de un día sin ser reclamado. El nombre de la papeleta no era el de la estrella que iluminó las marquesinas, sino el de la mujer de 32 años: Norma Jean Baker. La información luego del suceso reveló el estado de absoluta soledad en que murió Marilyn. Las fotografías mostraron, en la habitación de donde fue sacada sin vida, dos cómodas de caoba mexicana.