Cuando los errores nos alcanzan…

PIDO LA PALABRA
    •    En esta semana, un hecho, para algunos intrascendente, puede cimbrar la vida política en el Estado de Hidalgo, cuando menos esa es mi percepción, una fiesta en la que participaron tres jerarcas municipales, donde por desgracia pierde la vida una persona, puede costarles el mandato


Cuando estamos investidos de autoridad jurídica, creemos que el mundo debe girar en nuestro rededor y que nada ni nadie está por arriba del tlatoani comunitario, pues, por ejemplo, dentro del medio político, se nos ha acostumbrado que el líder tiene la última palabra y ésta debe ser respetada a ultranza, y por ello, nadie debía objetar; y si el líder se equivocaba, pues volvía a decidir y corregía sus errores.

Pero las cosas ya comenzaron a cambiar, y no me refiero al hecho de haber iniciado un nuevo régimen político, ese ya es un viejo tema que hoy vamos en su segundo día; más bien, me refiero al cambio en la mentalidad de la ciudadanía, quienes al parecer hemos decidido que ya no estamos dispuestos a perdonar devaneos personales o corrupción disfrazada de irregularidades administrativas; nos estamos convirtiendo en una sociedad despierta, que todo lo empieza a cuestionar.

Pero muchos políticos no han entendido ese cambio de mentalidad, es más, a muchos aún no “les cae el veinte” del porqué perdió el otrora Partido de las mayorías inducidas. Por ello, aún nos encontramos con políticos que sienten que ni el aire los debe tocar y pierden el piso. Pensando en la inmunidad del pasado, se hunden en sus errores del presente.

En esta semana, un hecho, para algunos intrascendente, puede cimbrar la vida política en el Estado de Hidalgo, cuando menos esa es mi percepción, una fiesta en la que participaron tres jerarcas municipales, donde por desgracia pierde la vida una persona, puede costarles el mandato.

Mis razones, las siguientes: Si bien queda entendido que como seres humanos estamos diariamente expuestos a cometer errores, también es cierto que cualquier funcionario tiene que convertirse en la imagen viva de su comunidad a la que representa, debe ser garante de las mejores costumbres sociales y familiares, de esta forma, además de la autoridad institucional, también se dota a sí mismo de una autoridad moral.

De tal suerte que la conducta de un Representante popular, si bien no lo queremos en calidad de “santo”, ésta debe sin mácula alguna que ensucie su prestigio y su mandato. Somos seres imperfectos, y en el transcurso del tiempo la vida se encarga de darnos lecciones, y ciegos seríamos si no advertimos el mensaje que cada uno de nuestros actos provoca.

Ya me imagino “la fiestecita” que se estaban dando; se dirá que estaban en todo su derecho, por supuesto que sí, eso ni quien lo discute; lo lamentable es que, de existir excesos, y en estos se hubieren hecho uso de persona o recursos públicos, entonces el asunto toma tintes de interés público.

Los errores cuestan mucho y deben ser pagad 0hos exclusivamente por quién los cometió, no sería correcto pellizcar ningún presupuesto o acudir a alguna influencia para tapar hoyos particulares.

En este caso, infiero, las facturas que se cobrarán serán, jurídicas y políticas, y debe ser lo más pronto posible para no dar esa imagen de impunidad que nos haga presumir que solo se cambió de color, pero no de viejas prácticas de solución de conflictos políticos.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.

Miguel:.Rosales:.Pérez:.

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