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Cuando el amor termina…

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DE CUERPO ENTERO

Con una tristeza profunda, Ricardo deja vagar sus recuerdos mientras camina sin darse cuente que ha empezado a llover; sus anteojos se llenan de agua y sus zapatos empapados, le devuelven a una realidad que casi siempre quiere mejor siga en una ensoñación. Apenas ha cumplido cuatro años de matrimonio y sabe con esa verdad que a todos se puede ocultar menos a uno, que ya ha dejado de quererla, que el amor que antes le originaba solo desasosiego, ahora le empieza a provocar aburrimiento y fastidio; descubrió que el enorme cariño por su pequeña niña es lo que lo sostiene en esta relación, que como un puñado de agua se desborda fácilmente. Pelean con frecuencia y aquella imagen que apenas hace dos años tenía de su pareja, ahora la ve lejana y casi irreal. Ricardo cree que el amor ha tocado a su término.
    Historias como ésta, existen constantemente en este mundo donde suele aderezarse una frase brillante con la palabra “amor”, porque creemos que el amor es eterno; porque estamos seguros que una vez que prende será para toda la vida, y que aquellos o aquellas que no saben “mantener viva la llama” es porque son inmadur@s, y prueba de ello es la referencia de siempre: “Nuestros padres que sí supieron vivir siempre juntos”.
 
TODO LO QUE EMPIEZA TERMINA; SE CASARON, TUVIERON MUCHOS HIJOS Y FUERON ETERNAMENTE FELICES
 
¿Realmente estas sentencias existen en este mundo del siglo XXI?  Parecería que las encuestas más recientes afirman que las dos posibilidades pueden ser ciertas. Apenas hace 50 años en México por cada 30 matrimonios había un divorcio, y actualmente sucede un por cada cuatro; esto de ninguna manera confirma que antes hubiera existido algo diferente que hiciera más felices a las parejas, posiblemente había miedos –sobre todo en las mujeres – para dar este paso, y era preferible asumir lo que el Párroco de la colonia decía: “aguanta tu cruz, en la otra vida serás muy dichosa”.
    Los seres humanos buscamos con ahínco, desde que nacemos, la seguridad para poder vivir: unas grandes cuevas hace millones de años, o la protección de la familia y del matrimonio en la época actual, y en esa construcción de la femineidad  donde se resalta que la mujer debe ser protegida, resultaba hasta normal que la vida de pareja debería aceptarse en las condiciones que fueran. Total, es mejor tener pareja que estar sola.
Sin embargo el avance en la equidad y en la construcción de los nuevos géneros de este siglo, han hecho bien en dar las armas que tanto hombres como mujeres debemos tener para avanzar en esta jungla llamada nuevo mundo.
El matrimonio entre personas del mismo sexo se instala en la misma dinámica del heterosexual, salvo que cuando no hay hijos suele ser más llevadero el proceso de disolución. Todos los demás elementos fluyen en la misma vertiente.
 
ESTAR ENAMORADOS…
 
De acuerdo a la Psicóloga  D. Tennove, el estado de enamoramiento o limeranza se estructura bajo elementos que son volátiles, es decir que fácilmente tienden a desaparecer y que muy pocos rebasan los tres años de vida. Surge evidentemente bajo una atracción física, una sonrisa cautivadora o una mirada sugerente; cuando la comunicación inicia suele ser tan complementaria, que no es factible despegar la mirada aunque las horas estén pasando. Es un hecho que esta atención del pensamiento de tiempo completo que viven los enamorados, está mediada por neurotransmisores como la acetilcolina, y la producción de endorfinas que mantienen en vela y en vilo a los enamorados por noches completas.
Sin embargo el tiempo suele ir colocando en una dimensión real esta relación de estar enamorados. De acuerdo a la antropóloga Helen Fisher en su libro Anatomía del amor, cuando el enamoramiento concluye surge con fuerza poderosa el estado de APEGO, es decir aquella complementariedad que hace que las parejas decidan continuar juntos por estos caminos de la vida. El estado de limeranza llega a su fin y los enamorados se dan cuenta de sus defectos y de que aquella dimensión magna de verse no era tan real, y que la necesidad del APEGO no se construyó debidamente, decidiendo que cada quien debe continuar por rutas diferentes.
 
¿QUÉ HACER CUANDO EL AMOR TERMINA?
 
Parecería que el mundo moderno implica el no tomar muy en serio las relaciones de pareja, total ahora con un divorcio al vapor y todo está concluido –bástenos ver lo que pasa en el mundo de la farándula -. Sin embargo en el mundo real esto no es tan factible. Toda ruptura genera dolor y un duelo que cruzar; toda separación ofrece una lesión del afecto que a veces toma mucho tiempo para curar.
Es cierto que debemos entender que no es factible que el estado de “estar enamorados” no puede vivir para siempre, y que el tiempo abre solo caminos de adaptación y tolerancia en las parejas. Cuando el enamoramiento termina deberíamos saber si hemos iniciado ya el andamiaje de estado de “APEGO”, porque si esto no es así estaremos prestos a buscar la salida de la separación.
Para establecer esta armonía de convivencia requiere haber sembrado elementos que confluyan en una pareja que perciba la necesidad de una aventura compartida, y de una ensoñación de siempre.
Es sin lugar a dudas el aceptar: “me interesas, me preocupas y quiero vivir contigo”, como la mejor definición del amor maduro que no involucra elementos del estar enamorados, sino sólo aspectos de la solidaridad y ayuda mutua.
Se hace imperante la sexualidad como una buena corriente para remar por esos ríos peligrosos del amor, y para que se puedan cruzar caminos y puentes peligrosos deberíamos ensayar con constancia que solo hará un buen maestro en la medida que se practique con ahínco.
El vivir en pareja es una buena forma de cruzar por este mundo, tejer día a día elementos claves para darle forma a nuestra vida pasajera: aceptación, comprensión, respeto, comunicación y pasión que por cierto muchas parejas lo sabe hacer con vehemencia.

peraltapuebla@hotmail.com

CITA:
 
De acuerdo a la Psicóloga  D. Tennove, el estado de enamoramiento o limeranza se estructura bajo elementos que son volátiles, es decir que fácilmente tienden a desaparecer y que muy pocos rebasan los tres años de vida. Surge evidentemente bajo una atracción física, una sonrisa cautivadora o una mirada sugerente; cuando la comunicación inicia suele ser tan complementaria, que no es factible despegar la mirada aunque las horas estén pasando. Es un hecho que esta atención del pensamiento de tiempo completo que viven los enamorados, está mediada por neurotransmisores como la acetilcolina, y la producción de endorfinas que mantienen en vela y en vilo a los enamorados por noches completas.