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Cuando el amor te acaba

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Feliciano tiene 45 años, es casado y sus dos únicos hijos varones, a pesar de tener apenas 17 y 19 años de edad, ya se han casado y procreado su propia familia, por lo que buscando una mejor calidad de vida, se mudaron a una ciudad más grande para generar mayores ingresos. 

Después de su partida, Feliciano quedó solo en un pequeño pueblo viviendo con su mujer, aquella con la que había compartido más de 20 años de vivir en unión libre y la que lo soportaba en todas sus borracheras y malos momentos de carácter.

Doña Guille, como le decían los vecinos, era de muy mal carácter, siempre arremetiendo contra los demás por cualquier insignificante cosa, y buscando hacer enfadarlos por sus malas actitudes ciudadanas, sin embargo cuando se encontraba sola con Feliciano o sus hijos era la mujer más dulce y cariñosa que podían conocer; “Daría la vida por ellos, decía”.

Cuando Feliciano y Guille quedaron solos en su humilde casa, solían pasar muy pocos ratos juntos, ya que en la mayoría del tiempo Feliciano trabajaba o se iba a los bares a tomar con sus amigos, llegando ebrio a su casa hasta las tres de la mañana, en ocasiones ni llegaba.

Guille lo había notado, desde que sus hijos se marcharon, Feliciano se había deprimido pero nunca le mencionaba algo.

Cierto día Feliciano llegó a su casa a las 10 de la mañana después de una noche de fiesta y alcohol con mujeres y amigos, salió a su patio y tomó el machete que se encontraba recargado sobre la pared y comenzó a lastimarse con intención de quitarse la vida. Aquellos dolores, provocaban gritos tan fuertes que podían oírse hasta una cuadra adelante, por lo que los vecinos alertados llamaron a las autoridades.

Cuando Guille escuchó,  corrió a ver qué pasaba y al percatarse de lo sucedido intentó evitar que su marido se quitara la vida, sin embargo entre la mezcla de la depresión y el alcohol, Feliciano atacó a su mujer hasta quitarle la vida.

Los policías llegaron quince minutos después, sin embargo Guille yacía en una silla de plástico con el rostro destrozado por las heridas del machete, una mano cercenada y completamente bañada en sangre, sin vida. Ya nada se pudo hacer por ella. Su esposo la miraba, completamente en shock.