HOMO POLITICUS
México ha tenido experimentado en carne propia de manera histórica los problemas de migración; es un país que expulsa a gran cantidad de conciudadanos, que en su mayoría, han buscado sustento en Estados Unidos
Es evidente que en un mundo desigual tarde o temprano el tejido social sucumbirá y se enfrentará.
Es evidente que la pobreza y la miseria y la desigualdad mundial son producto de un orden sistémico donde el poder político y su dosis de beligerancia, logra a través de la explotación y las cadenas productivas subordinadas el control social.
En este trayecto los hombres dejan sus vidas en trabajos de diversa índole, sufren los grilletes de salarios miserables, mientras los menos, realizan un festín orgiástico del consumo, todo ello al amparo del aparato de Estado, concebido sin duda para garantizar las prebendas y granjerías de las elites del poder.
Sin duda, los reacomodos económicos del siglo XIX, marcaron una diáspora sin precedentes que se convirtió en una constante; las dos guerras mundiales aceleraron el proceso, sólo que esta vez, fue por cuestiones políticas; así entre vaivenes económicos y políticos, el curso del tiempo y la historia de la humanidad parece advertir que el éxodo estará presente y no podrá ser contenido.
México ha tenido experimentado en carne propia de manera histórica los problemas de migración; es un país que expulsa a gran cantidad de conciudadanos, que en su mayoría, han buscado sustento en Estados Unidos; en los hechos, millones de mexicanos viven en el país del norte.
Empero, la frontera que divide a México de Estados Unidos, también experimenta un flujo migratorio hacia el vecino país de centroamericanos y en los últimos años de migrantes de otras latitudes como africanos y haitianos, situación que ha convertido al país en territorio de paso, ya que la mayor parte de los migrantes no pretenden establecerse en México sino en Estados Unidos.
El tránsito de los migrantes plantea a la migración como un problema internacional, sin que hasta ahora las medidas tengan este carácter, sino más bien la resistencia y reticencia de gobiernos que cierran sus fronteras o condenan al abandono a los migrantes y, en muchos casos a la explotación y neoesclavismo.
Aunado a ello en México, los migrantes son perseguidos por bandas de la delincuencia organizada, muchos de ellos son asesinados; esta situación se une a la corrupción de autoridades que han sido señaladas por los migrantes y diversas organizaciones de la sociedad civil, así como las denuncias con peso de autoridad moral del cura Alejandro Solalinde.
Ante la negativa de brindar asilo político a migrantes africanos y asilo humanitario a haitianos, México se encuentra experimentando una crisis migratoria en la parte norte del país, donde concretamente en la ciudad de Tijuana, se concentra el grueso de estos migrantes, cuestión que presagia desbordarse ante la incapacidad de respuesta del gobierno mexicano; en definitiva, todo apunta a una tragedia.