RELATOS DE VIDA
Cosas de madres… prender la luz de la habitación o permanecer sentada mientras concilia el sueño, a petición del pequeño, para calmar la angustia de la aparición del famosísimo “Coco”, ser creado como pretexto para que se porten bien.
Cosas de madres… acudir a una tienda departamental para comprar lo necesario, escrito en una lista, para abastecer la despensa, y salir con una pelota, un chocolate, unas bolsas de papas fritas y todavía con un helado.
Cosas de madres… correr al baño a satisfacer las necesidades fisiológicas y a los pocos minutos de haber entrado, tener un acompañante que cuenta historias y juega con el agua, mientras tratas de concentrarte.
Cosas de madres… salir por unos minutos a colgar la ropa recién lavada y escuchar el grito desesperado de “mamaaaaaaaaaaaá”, como si hubieran sido secuestrados o abducidos por un extraterrestre.
Cosas de madres… cuando a altas horas de la noche todos duermen, acudes a la cocina a prepararte una botanita y disfrutarla con calma en recompensa del ajetreado día, y de la nada aparece la angelical criatura con ojos de “tengo hambre” y terminas donando el ansiado alimento.
Cosas de madres… pasar por una tienda y ver en el aparador un juguete o prenda y pensar, “esto está diseñado para mi hij@”, y aún sin tener el recurso suficiente, ajustas aún más el gasto para poder regalarlo a la luz de tus ojos.
Cosas de madres… estar durmiendo tranquilamente y sentir la presencia de algo o alguien a un costado, abrir los ojos y gritar “¡hij@ de tu madre!”, y acomodarlo a un costado tuyo para resguardar su sueño y aliviar tu espanto.
Cosas de madres… cargar en tu bolsa de mano, toallitas húmedas, papel, dulces, juguetes, suéter o chamarra, cambio de ropa, gorra, bloqueador solar e incluso una cobija, demostrando que no solo existe magia en el sombrero de un mago.
Cosas de madres… escuchar, mientras cocinas, como se rompe en mil cachitos tu florero favorito, correr a revisar lo ocurrido, y encontrar a tu hij@ paradito con la huella del delito en la mano ideando la forma de componerlo, ver que estás parada y decir “yo no fui, pasaba por aquí y se cayó solito”.
Son muchos los recuerdos, anécdotas, historias y hazañas que vive, disfruta y resguarda como tesoro invaluable una madre; las cuales no serían reales si no tienes a tu lado a esos ángeles llenos de luz, amor e ingenio que son los niños.