Home Nuestra Palabra Carlos Barra Moulaín COP21: mascarada de las potencias

COP21: mascarada de las potencias

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HOMO POLITICUS

He sostenido por años la tesis de que si la preservación ecológica deja dinero, esa es su mejor bandera de preservación, pensemos en Cancún, México, la zona turísticas y sus zonas turísticas son preservadas porque son un negocio, en el momento que dejen de serlo, ya no importarán a nadie a nivel mundial

 

¿Hasta dónde llega la voluntad de las grandes potencias para preservar el planeta?, sin duda, hasta donde sus intereses económicos priman.

            El COP21 o encuentro sobre cambio climático efectuado en París, no es otra cosa que el cúmulo de voluntades persistentes de la sociedad civil, para en un intento desesperado, tratar de generar alguna propuesta o propuestas que puedan ser abordadas por las grandes potencias, que son por cierto las que ensucian el planeta, para tratar de palear o contener hacia el 2020 los efectos del cambio climático que está aniquilando al orbe.

            Empero, a calzón quitado o sin pelos en la lengua, hay que admitir que pese a que existen esfuerzos claros de diversos sectores de la sociedad que intentan enfrentar los problemas del cambio climático, no es menos cierto, que los gobiernos de las grandes potencias unidos a las elites económicas, no hacen mucho por preservar al planeta.

He sostenido por años la tesis de que si la preservación ecológica deja dinero, esa es su mejor bandera de preservación, pensemos en Cancún, México, la zona turísticas y sus zonas turísticas son preservadas porque son un negocio, en el momento que dejen de serlo, ya no importarán a nadie a nivel mundial; la misma lógica permea en los negocios, lo que es negocio es custodiado, lo que no lo es, no.

Lo miserable y no tolerable, son los pinches dobles discursos, donde se simula desde la grandes potencias que les interesa la preservación del planeta, cuando este tema es prescindible si estorba a sus intereses, esto es claro y me causa nauseas, porque es una infamia velada.

Responsabilicémonos y admitamos que hemos convertido al planeta en un gran basurero pestilente, aunque también admitamos que los que más contaminan son los grandes consorcios industriales que al amparo de los gobiernos hacen lo que se les hinchan sus pelotas, por lo que, su responsabilidad es mayúscula y la evaden porque asumirla les costaría dinero para depurar los procesos de producción, este es y ha sido más que perceptible.

¿Hasta dónde llega la voluntad de las grandes potencias para preservar el planeta?, a ninguna parte.

 

DIARIO PLAZA JUÁREZ