La fila llega hasta las puertas del Teatro Hidalgo, está corta según dicen algunos que prefirieron irse la primera vez y regresar en esta otra ocasión. Hay dos entradas pero una sólo permite dar la vuelta alrededor del tapete que diseñaron los artesanos de Acaxochitlán, y ver la ofrenda desde la parte inferior, sin embargo la otra entrada es para quienes quieren subir a la ofrenda, aprovechar el momento para disfrutar de todos los niveles que conforman el que fue denominado “El Altar más grande del mundo”.
Al interior además del adorno que hay en todo el techo y que hacen alusión al papel picado, se puede escuchar la música huasteca, de igual forma el aroma a copal, cempasúchil y fruta ambientan toda la instalación haciendo que la ofrenda se convierta en un deleite para los sentidos.
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