Confrontación o diálogo…

Pido la palabra

La confrontación de las ideas y los razonamientos es una actividad recomendable para lograr el crecimiento social, pues en la dialéctica, los extremos se apaciguan para dar lugar a nuevos estados de vida que supone un equilibrio entre los elementos antagónicos.

Sin embargo, cuando no existe madurez, nos obstinamos en imponer criterios, pensando ilusamente que nuestra palabra es de rey, y entonces deja de se exposición de ideas para convertirse en imposición de ideas, provocando que el crecimiento se convierta en riesgoso retroceso.

Hoy día pareciese que el negocio de la confrontación es bastante lucrativo políticamente hablando, pues cuando se pretende salir del anonimato  o conseguir prerrogativas que hasta en ese momento no se han logrado, solo basta con actuar fuera de las reglas del diálogo y ejercer la violencia física como la que acostumbran los agitadores profesionales, o bien, hacer declaraciones incendiarias para usar ese medio como una forma de presión y en muchos casos, como una manera de hacerse notar y justificar su presencia en los lugares donde se les ha colocado.

Se da en todos los niveles y ámbitos de la sociedad, sin embargo, llama la atención que en la actualidad muchas de estas acciones verbalmente violentas estén estrechamente vinculadas con los procesos electorales, sí, esos procesos que debería servir para fortalecer a la democracia, y como tal, permitir el acceso de la ciudadanía al pleno ejercicio de su derecho político pero fundamentado en ideas y propuestas, no en mentadas y denuestos.

En Hidalgo, debemos estar alerta a las señales de todos los acontecimientos violentos que se presenten en nuestro Estado, pues sin duda alguna, algunos de estos actos podrían llevar un trasfondo, que por un mínimo de salud social se tendrían que aclarar inmediatamente.

Las campañas ya están muy cerca, hay quienes ya se están dando sus baños de pueblo, haciéndose los aparecidos en eventos donde puedan saludar a diestra y siniestra, o bien, de repente se acordaron de que eran generosos y su magnanimidad es captada “por casualidad” por la cámara de algún buen samaritano que las sube a las redes sociales.

Pero también, estos “buenos y desinteresados” ciudadanos, pronto se convierten en el blanco de ataques políticos de sus posibles oponentes, quienes a manera de fuego amigo, comenzarán a filtrar el lado oscuro de la bondad desinteresada de esa dilecta persona. La provocación en tiempos electorales siempre lleva un mensaje implícito y hay quienes defienden sus huesos como rabiosos perros.

Estoy seguro de que la sociedad hidalguense tiene una exigencia de estabilidad social, y ésta se debe traducir en beneficios para las mayorías, y no solo para aquellos que pretendan el poder político y que desde ahora están mordiendo y tejiendo su telaraña; los ya muy cercanos spots políticos también son una forma de agresión a nuestra inteligencia.

En Hidalgo es un hecho que no necesitamos confrontación por encima del diálogo, en nuestra entidad todos debemos trabajar para conservar la confianza institucional que tanto se necesita para generar inversiones, pues para generar empleos se debe incentivar a la inversión privada, y por eso, hoy les exijo a los defensores de “cualquier cosa” que garantice confrontación, que piensen muy bien que en Hidalgo no caben los agitadores sociales, que en Hidalgo se trabaja con la fuerza de la razón y el derecho y no con la fuerza y la confrontación.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.

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