PIDO LA PALABRA
En el estado de Hidalgo anhelamos no atravesar esas etapas en donde la presión violenta sea la que determine el rumbo político a seguir
Parece ser que el negocio de la confrontación es bastante lucrativo políticamente hablando, pues cuando se pretende salir del anonimato o conseguir prerrogativas que hasta en ese momento no han logrado, solo basta con actuar fuera de las reglas del diálogo y ejercer la violencia física como la que acostumbran los agitadores profesionales, o bien, hacer declaraciones incendiarias como las vertidas por muchos políticos que se obstinan en usar ese medio como una forma de presión y en muchos casos, como una manera de hacerse notar y justificar su presencia en los lugares donde se les ha colocado.
Se da en todos los niveles y ámbitos de la sociedad, sin embargo, llama la atención que en la actualidad muchas de estas acciones verbalmente violentas estén estrechamente vinculadas con el proceso electoral, sí, este proceso que debería servir para fortalecer a la democracia, y como tal, permitir el acceso de la ciudadanía al pleno ejercicio de su derecho político pero fundamentado en ideas y propuestas, no en mentadas y denostaciones.
En Hidalgo, debemos estar alerta a las señales de todos los acontecimientos violentos que se presenten en nuestro estado, pues sin duda alguna todos estos actos llevarían un trasfondo que por un mínimo de salud social se tendrían que aclarar inmediatamente, pues es obvio que las calles no se cierran solo por el incumplimiento de compromisos de anteriores campañas; se hacen como una forma de provocación en estos tiempos electorales, cada manifestación lleva un mensaje implícito y hay quienes defienden sus huesos como rabiosos perros.
En el estado de Hidalgo anhelamos no atravesar esas etapas en donde la presión violenta sea la que determine el rumbo político a seguir, pues de otra forma podríamos entender que hay una mano a quien le conviene mover la cuna y regresar a tesis atávicas.
La sociedad tiene una exigencia de estabilidad social, y ésta se debe traducir en beneficios para las mayorías, y no solo para aquellos que pretendan el poder político y que desde ahora están mordiendo y tejiendo su telaraña.
De no prevenir y en su caso evitar actos violentos, se corre el riesgo de que las especulaciones siempre lleven la delantera y de ella se cuelguen los oportunistas de siempre. Hidalgo lo que menos necesita es la confrontación por encima del diálogo, en nuestra entidad todos debemos trabajar para conservar la confianza institucional que tanto se necesita para generar inversiones, pues para generar empleos se debe incentivar a la inversión privada, y por eso, hoy les exijo a los defensores de “cualquier cosa” que garantice confrontación, que piensen muy bien que en Hidalgo ya no caben los agitadores sociales, que en Hidalgo se trabaja con la fuerza de la razón y el derecho y no con la razón de la fuerza y la confrontación.
Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.