Conciencia Ciudadana

Parar la violencia, propiciar la prudencia.

Esta semana queremos hablar sobre un problema suscitado el día martes pasado frente al palacio de gobierno, cuando un grupo de habitantes de la comunidad de Pueblo Nuevo, Municipio de Ixmiquilpan quisieron entrar a las oficinas del gobierno del estado a protestar por lo que ellos consideraron un engaño, un maltrato por parte de los funcionarios públicos encomendados para solucionar algunos problemas de obras públicas.

Sin embargo, las autoridades -seguramente cansadas de atenderlos- decidieron hacer uso de la fuerza pública como contestación, lo que indignó justamente a quienes protestaban de tal manera que comenzaron a realizar actos reprobables desde el punto de vista que se les quiera ver, pero comprensibles dada la indiferencia con que los funcionarios de gobierno se comportaron con ellos siguiendo una ancestral costumbre burocrática en nuestro estado de dar largas a la a   solución de los pueblos más desvalidos, especialmente a las comunidades indígenas; lo afirmo así porque en algún tiempo en que estuve cercano a este tipo de problemas pude constatar   en las oficinas de gobierno, tanto federales, como estatales y municipales, los funcionarios encargados son en verdad reacios a dar rápida solución a los problemas; y luego se quejan de que hay una constante por parte de ciertos grupos para venir a Pachuca, instalar sus campamentos en la Plaza Juárez y estorbar el derecho a la circulación para los viandantes en esos lugares y principalmente de los trabajadores de las oficinas de gobierno del estado. Entonces creo que estamos ante un problema que debe resolverse ya de otra manera, de otra forma. No es posible que pasen días, meses y a veces hasta años y que los campamentos de los ciudadanos que se establecen ante el palacio del gobierno no sean atendidos en sus demandas. Yo quisiera que no se entendiera esto que estamos diciendo como una apología del delito, ni quisiera que se entendiera como una defensa a ultranza de las manifestaciones públicas, pero sí que comencemos a verlas desde una perspectiva distinta a la que se trata de imponer o se ha impuesto a la opinión pública al hacer creer que los movimientos de protesta y los problemas que ellos causan son responsabilidad únicamente de los ciudadanos que los realizan  y no de quienes, por causa de su desidia, de su incuria o hasta de su mala fe no los resuelven en las instancias oficiales respectivas. Si se entendiera que tras una protesta hay una causa que la genera eso llevaría a una forma muy distinta de solucionar estas manifestaciones, porque es muy simplona la forma con que se trata de incriminar a quienes realizan las manifestaciones sin deslindar las responsabilidades o las irresponsabilidades de aquellos funcionarios públicos que no resuelven los problemas y terminan por dejar que sea la violencia de estado la que termine por hacerlo. Lo que sucedió el martes pasado en la Plaza Juárez es muy grave, porque las condiciones que vive nuestro país en este momento, son muy delicadas. No se debe estar echando leña al fuego cuando el estado de Hidalgo tiene atrasos, tiene padecimientos en todos los órdenes desde hace muchos años; tiene rezagos que no se resuelven y pasan sexenios, presidentes municipales, pasan autoridades de todo tipo, pasan funcionarios y no- se- resuelven. Tenemos una burocracia terrible, tremenda, preocupada más por mantenerse en sus puestos que en resolver sus obligaciones, no digo que todos, porque también hay funcionarios probos y responsables, pero hay una casta, hay un élite que pasa de puesto en puesto y que solo le interesa medrar en ellos sin un verdadero espíritu de servicio que le imponga cumplir con sus deberes, sobre todo con aquellos grupos que más desamparados están. ¿Cómo es posible que se lance a granaderos a perseguir a lo largo y lo ancho de la Plaza Juárez y sus alrededores a perseguir a hombres, mujeres y niños cuyo único “pecado” – si así se le puede llamar-, es haberse indignado por no recibir una solución a sus problemas y haber roto quizá unos cristales del palacio de gobierno. Yo les recuerdo a ustedes que el palacio de gobierno ha sufrido estropicios en otras manifestaciones que no siempre han sido de origen popular, sino algunas de origen político a cuyos causantes no sólo se les perdonó, sino hasta se les premió. Pero hoy no; hoy, a unos pobres indígenas se les corretea y se les persigue en la ciudad y las carreteras para golpearlos, gasearlos y encarcelar a más de cuarenta de ellos, incluyendo a mujeres y niños. Esto, señoras y señores, esto es algo injusto. Esto es una salvajada, esto no responde a la prudencia con que los gobernantes deben ejercer sus puestos; en este momento sobre todo, en estos momentos en que las cosas están tan delicadas para todos los mexicanos. Hacemos pues entonces un llamado a la prudencia la responsabilidad y el sentido del deber de las autoridades del estado para que resuelvan   estos problemas desechando el uso de la violencia, que nada bueno nos puede traer, en estos momentos, repito, en que la Nación vive tan graves problemas. Eso es todo por mi parte, muchas gracias.

 

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