RELATOS DE VIDA
Pese a que había organizado totalmente su tiempo para llegar puntual a la cita, su programación se fue “al carajo”. Primero, no escuchó el despertador hasta 10 minutos después, aun así lo pospuso 10 minutitos más.
Después descubrió que el gas se había acabado, así que calentó agua en el horno de microondas para poder bañarse, acción que le robó casi media hora y que se sumaría a los 15 minutos que duró su limpieza personal a “jicarazos”.
Incrementó la velocidad para vestirse, la ropa ya había sido arreglada desde la noche; prosiguió con el maquillaje y el peinado, el toque final era la puesta de las medias, labor nada fácil pues había que hacerlo con cuidado; no obstante al echar un vistazo al reloj, notó que solamente le quedaban 10 minutos para salir y llegar a tiempo a la entrevista de trabajo.
Se sentó al filo de la cama y comenzó a introducir el pie izquierdo en el accesorio que resaltaría sus piernas, llegó hasta la rodilla y levantó el derecho para iniciar el mismo procedimiento; sin embargo, al llegar la media al mismo nivel observó una pequeña línea, sin querer la uña la había rasgado.
Caminando como pingüino llegó al tocador y tomó un barniz transparente de uñas, colocó una gota al inicio y otra al final de la línea, dejó reposar y se dispuso a terminar de colocarlas hasta que el resorte llegara a la cintura.
Al concluir deslizó las manos por ambos pies para corroborar que el pequeño problema había parado, pero para su sorpresa el hilo había proseguido su camino, marcando una línea larga y ahora más gruesa.
-De nada sirvió este “pinche barniz”. – Vociferó mientras intentaba pensar lo que haría pues el tiempo se acababa, se preguntaba con o sin, y aunque la respuesta al principio era “con” bajo el argumento de lograr que sus piernas se vieran estilizadas y diera una buena impresión en el trabajo, la única opción para cumplir con la contestación era correr a la farmacia de la esquina y comprar otras medias, lo que le quitaría tiempo.
Al no haber más posibilidades enunció –¡Ingue su madre!, “sin”, al final lo que verán es mi currículum, no mis piernas. Se sentó nuevamente al filo de la cama, y en una sola tirada quitó las medias transparentes, se montó en las zapatillas, tomó la bolsa y llaves y salió corriendo.