Con la música del organillero no muere una tradición

TIZAYUCA
•    Con más de 50 años carga el artefacto una vez al mes por las calles de este municipio 


El organillero es un instrumento musical de viento que comenzaron a tocar los hombres en las calles de la Ciudad de México aproximadamente en el año 1810 con canciones muy mexicanas, lo que les permitió tener una fuente de empleo y hoy con el paso del tiempo ya son pocos los que continúan.
En entrevista para Diario Plaza Juárez el señor Gelacio Rivas Ramírez, de 50 años comentó que una vez al mes viene a trabajar, por las principales calles del municipio de Tizayuca, en compañía de Arturo Gutiérrez Ramírez, de 35 años de edad. Juntos van  caminan y tocan el instrumento ya no se quedan parados en un lugar fijo como antes, y mientras avanzan se rolan el aparato: uno toca una canción y carga el equipo que es muy pesado mientras que el otro se acerca a la gente que pasa para pedir “cooperación”.
Explicó que solamente fabrican este instrumento en Alemania, el que tiene es de la marca Harmoni Pan, que trae ocho canciones que van cambiando; estos son los temas musicales que tienen: Vals de Alejandra, Mi Cariñito, Rancho Alegre, Volver-Volver, Amor Eterno, Luna de Octubre, Cuatro Vidas y las Mañanitas.
Para poder elegir cada canción, a un costado de la caja tiene un tornillo girándolo es cómo pueden cambiar la canción y después deben girar una palanca. Por dentro el organillero tiene rodillos y válvulas en hojas, que tienen agujeros los cuales permiten el paso del aire con el que se activa el sonido de los tubos de diferentes tamaños.
Expresaron “salimos a las calles a trabajar vestidos con los uniformes del ejército de Francisco Villa, anteriormente era una costumbre traer a un mono capuchino, fue aproximadamente por el año de 1810; donde era común que el mono pasará con el sombrero para pedir las monedas y divertir a la gente y era común tocar por las calles principales, parques, ferias y lugares donde se encontraban multitudes”.
“Ahora tenemos que salir a caminar en las calles, los tiempos han cambiado por lo que debemos fluir con la vida de la gente; que es muy acelerada; tocando las melodías ya no en un sólo lugar. Además no queda más que traer una representación del ayudante de aquel entonces, en este caso el mono en peluche”, sonrió Arturo Gutiérrez en tanto señalaba el muñeco de peluche que cargan con ellos.
Finalmente invitaron a todo el público para que no se pierda tan bonita tradición y que les brinden una moneda ya que rentan el organillo y es muy caro arreglarlo (llegan a pagar hasta 5 mil dólares), debido a que lo hacen en otros países y para que los chequen tienen que contratar el servicio de personal que viene de Alemania o en su caso de Chile ya que en ese último país también conservan la tradición de los organilleros.

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