Con el triunfo de Trump se nos olvidó el 3 de 3

HOMO POLITICUS

Con el triunfo de Trump se nos olvidó casi todo, es sin quererlo una cortina de humo o el nuevo vocablo de televisa para los distractores sociales “caja china”.

 

Es verdad con Trump se nos cayeron hasta los calzones, pero la realidad política estaba calientita en México y se enfrió, retomemos para no dejar inadvertida la cruenta vida de perros que nos propinan por doquier.

 

Entre los dimes y diretes de la absurda Ley 3 de 3 y, digo absurda, porque calienta tanto como una mentada de madre en despoblado, debemos recordar que la clase política se encontraba sacándose sus trapitos al sol, la narrativa iba más o menos así:

 

A López Obrador, le culpaban de no haber incluido unos departamentitos que le dono, en vida- en vida hermano, en vida-, a sus hijitos, cuestión que calentó a personeros del PRI y del PAN que se dieron a la tarea de visibilizar el hecho en los medios, cuestión que no peló el tabasqueño, señalando: “el que esté libre de pecado que arroje la primera mojarra”.

 

A Enrique Reza Ochoa le cacarearon un dinerito discrecional que se llevó de la CFE y sus manejos del baro de campañas, a los cual don Enrique salió al quite con spots publicitarios que invitaban a debatir a sus adversarios políticos, cosa que tuvo menos fuerza que un pedo en un huracán.

 

Pero, pero, pero, el que se llevó las guirnaldas de olivo, sin duda, fue el Presidente de Acción Nacional Ricardo Anaya, que desde una nave industrial hasta el lamento borincano de que “lo más importante en mi vida es mi familia”, no pudo, ni podrá, sacudirse las acusaciones de un enriquecimiento extraño, tenue, oscuro o cualquier calificativo que asemeje “increíble”, es decir, no creíble, de cuento de hadas, de patraña de infante; de todos modos juan te llamas porque nadie creyó lo del enriquecimiento generacional, además de aludir a una conducta inmoral ante un país que el propio Ricardo Anaya reconoce como “desigual”.

 

Pero contemplemos el verdadero escenario.

 

La clase política es incontenible para la sociedad, son pocos los políticos que se salvan del peculado, la corrupción, el abuso e impunidad, los protocolos de transparencia son manejados a modo y esconden contubernios de todos tipos, por lo que la Ley 3 de 3, es poco menos que un moco de pavo.

 

Mientras no se moralice a los funcionarios públicos y se creen protocolos de auditoría abierta, seguiremos aguantando las tropelías que vemos día con día; el gobierno debe ser de caja de cristal de lo contrario se esconderá siempre.

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